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  • ayer
La idea de una película que comienza con un hombre viajando desde la ciudad al pequeño pueblo donde vivió parte de su juventud a raíz de una muerte cercana no es precisamente novedosa. Por el contrario, el cine ha recorrido decenas de veces caminos similares, casi siempre centrándose en el choque entre el carácter citadino del recién llegado y las particularidades de una idiosincrasia rural que mandata mirarlo de reojo. Pero Alan Guiraudie no es un director cualquiera, y en Misericordia –que se estrenará este jueves– da vuelta como una media esa premisa. El resultado es un relato destinado a partir aguas entre los adeptos de la moral tradicional, y aquellos que se solacen en la irreverencia y la extrañeza ante un universo conocido a la vez que cargado de particularidades.

Transcripción
00:00Sí, fue la base del proyecto de hacer un filme erótico, sensual, en el que el deseo circule,
00:08pero donde el deseo no se consumirá, no se consumirá en el sexo.
00:15Después, no me empiezo, no me meto de acto sexual, pero me meto un sexo en el filme.
00:20¿Por qué era tan importante que no se resuelva en el sexo?
00:27Es para llegar a este final, donde tenemos la promesa de algo, de algo entre Jérémy y Martínez,
00:37en un deseo que es un poco flúo, no sabemos dónde va, pero yo prefiero terminar con un deseo suspendido,
00:45y la promesa de algo, que por la realización de un fantasme.

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