La paciencia se está agotando, la esperanza también, la confrontación está en su nivel máximo, la calma está desaparecida.
Escuchar estas palabras es justamente lo que nadie quería escuchar, porque no significan otra cosa que la guerra y la muerte están ganando. Rusia ya se atrevió a decir lo aterrador, dijo que casi hay nada de posibilidades para la paz. ‘La paz es hoy una tarea casi imposible’, dijo Vitali Churkin, el embajador ruso ante las Naciones Unidas (ONU).
Por si fuera poco, en este momento está lloviendo fuego sobre la ciudad de Alepo, una ciudad modelo hace unos años, llena de esplendor y riquezas. Era la más importante en Siria por su actividad financiera, hoy solo destrucción y cenizas. En este momento ofensivas aéreas caen sobre lo último que queda.
¿De quién es la culpa? Rusia tiene la respuesta: Estados unidos. Y EE.UU. también tiene su respuesta: Rusia. Esta confrontación que crece no conviene al mundo. Ambos se acusan, EE.UU. es acusado de no hacer nada para detener a los opositores sirios, sus aliados, que no dejan de disparar y quienes violaron la tregua.
EE.UU. acusa a Rusia de cometer una barbarie, rociando de bombas Siria, en lugar de combatir el terrorismo. Siria acusa a Wasington de traición al haber asesinado a los soldados sirios para favorecer a los terroristas. Estados Unidos acusa a Rusia de haber bombardeado y matado a los integrantes del convoy con ayuda humanitaria de la ONU, ‘Sabemos que no puede haber paz en Siria si Rusia está determinada a seguir luchando en esta guerra.
Lo que Rusia patrocina y hace no es contraterrorismo, es barbarie’, asegura Samantha Power, embajadora estadounidense ante la ONU. ‘Si EE.UU. tuviera una intención verdadera para encontrar una solución para poner fin a la crisis siria, ya la habría encontrado y ofrecido.
No me digan que EE.UU. no tiene el poder de presionar a otras naciones para que le sigan… es decir a Arabia Saudí, a Catar y a Turquía, que ya basta, asegura el Canciller de Siria, Walid al-Moalem. Los cables están tan cruzados que parece ya no importar quién es el culpable sino que se detenga la bala y la bomba, para poder respirar y recobrar la esperanza.
En Alepo ya no hay doctores, parece que quedan dos pediatras y cuatro ginecólogos, no hay medicinas suficientes, no se diga sangre para transfusiones para las decenas de heridos que se apilan como sombras de desesperanza. Por si fuera poco, la agencia Reuters revela que Arabia Saudí podría aportar aún más muerte y violencia.
La agencia de noticias publica que los saudíes podrían estar regalando ‘Manpads’, sistema de defensa aérea portátiles, a los opositores sirios. Estos juguetes mortales sirven para derribar aviones, helicópteros o cualquier cosa que vuele por el aire, hasta 4 kilómetros de altura y a dos veces la velocidad del sonido.
La agencia estadounidense de noticias The Associated Press (AP) también revela otra cosa. Parte del acuerdo secreto entre Rusia y EE.UU. para alcanzar la tregua en Siria a principios de mes. En el documento Washington exige que los aviones de la Fuerza Aérea de Siria no deben volar ni atacar a los terroristas, intención que si uno no es ingenuo parece claramente el descaro de apoyar a los terroristas, que tienen justo de todo menos aviones.
Esta es Siria hoy, con tantas caras como intereses que convergen y con tantas contradicciones como actores hay en el terreno, el problema es que ya no se sabe quién es quién ni cómo pararlos a todos. Y EE.UU. y Rusia lo saben, por eso es que aunque haya divorcio político aun siguen en matrimonio encabezando esfuerzos de paz.
El divorcio sería quizá la posibilidad de la Tercera Guerra Mundial declarada, porque lo que hay parece ser también la Tercera en capítulos, o fragmentada. El escenario aún, no es mundial, sino Siria.
Detrás de la Razón pregunta, los analistas contestan y usted en su casa concluye. La realidad, hace lo que quiere, y nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es detectar las aristas que no nos dicen.
El análisis, las preguntas y respuestas a las nueve treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, siete de la tarde, México y Colombia, una de la tarde; Madrid, ocho de la noche.
Escuchar estas palabras es justamente lo que nadie quería escuchar, porque no significan otra cosa que la guerra y la muerte están ganando. Rusia ya se atrevió a decir lo aterrador, dijo que casi hay nada de posibilidades para la paz. ‘La paz es hoy una tarea casi imposible’, dijo Vitali Churkin, el embajador ruso ante las Naciones Unidas (ONU).
Por si fuera poco, en este momento está lloviendo fuego sobre la ciudad de Alepo, una ciudad modelo hace unos años, llena de esplendor y riquezas. Era la más importante en Siria por su actividad financiera, hoy solo destrucción y cenizas. En este momento ofensivas aéreas caen sobre lo último que queda.
¿De quién es la culpa? Rusia tiene la respuesta: Estados unidos. Y EE.UU. también tiene su respuesta: Rusia. Esta confrontación que crece no conviene al mundo. Ambos se acusan, EE.UU. es acusado de no hacer nada para detener a los opositores sirios, sus aliados, que no dejan de disparar y quienes violaron la tregua.
EE.UU. acusa a Rusia de cometer una barbarie, rociando de bombas Siria, en lugar de combatir el terrorismo. Siria acusa a Wasington de traición al haber asesinado a los soldados sirios para favorecer a los terroristas. Estados Unidos acusa a Rusia de haber bombardeado y matado a los integrantes del convoy con ayuda humanitaria de la ONU, ‘Sabemos que no puede haber paz en Siria si Rusia está determinada a seguir luchando en esta guerra.
Lo que Rusia patrocina y hace no es contraterrorismo, es barbarie’, asegura Samantha Power, embajadora estadounidense ante la ONU. ‘Si EE.UU. tuviera una intención verdadera para encontrar una solución para poner fin a la crisis siria, ya la habría encontrado y ofrecido.
No me digan que EE.UU. no tiene el poder de presionar a otras naciones para que le sigan… es decir a Arabia Saudí, a Catar y a Turquía, que ya basta, asegura el Canciller de Siria, Walid al-Moalem. Los cables están tan cruzados que parece ya no importar quién es el culpable sino que se detenga la bala y la bomba, para poder respirar y recobrar la esperanza.
En Alepo ya no hay doctores, parece que quedan dos pediatras y cuatro ginecólogos, no hay medicinas suficientes, no se diga sangre para transfusiones para las decenas de heridos que se apilan como sombras de desesperanza. Por si fuera poco, la agencia Reuters revela que Arabia Saudí podría aportar aún más muerte y violencia.
La agencia de noticias publica que los saudíes podrían estar regalando ‘Manpads’, sistema de defensa aérea portátiles, a los opositores sirios. Estos juguetes mortales sirven para derribar aviones, helicópteros o cualquier cosa que vuele por el aire, hasta 4 kilómetros de altura y a dos veces la velocidad del sonido.
La agencia estadounidense de noticias The Associated Press (AP) también revela otra cosa. Parte del acuerdo secreto entre Rusia y EE.UU. para alcanzar la tregua en Siria a principios de mes. En el documento Washington exige que los aviones de la Fuerza Aérea de Siria no deben volar ni atacar a los terroristas, intención que si uno no es ingenuo parece claramente el descaro de apoyar a los terroristas, que tienen justo de todo menos aviones.
Esta es Siria hoy, con tantas caras como intereses que convergen y con tantas contradicciones como actores hay en el terreno, el problema es que ya no se sabe quién es quién ni cómo pararlos a todos. Y EE.UU. y Rusia lo saben, por eso es que aunque haya divorcio político aun siguen en matrimonio encabezando esfuerzos de paz.
El divorcio sería quizá la posibilidad de la Tercera Guerra Mundial declarada, porque lo que hay parece ser también la Tercera en capítulos, o fragmentada. El escenario aún, no es mundial, sino Siria.
Detrás de la Razón pregunta, los analistas contestan y usted en su casa concluye. La realidad, hace lo que quiere, y nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es detectar las aristas que no nos dicen.
El análisis, las preguntas y respuestas a las nueve treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, siete de la tarde, México y Colombia, una de la tarde; Madrid, ocho de la noche.
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