El Gobierno de Mariano Rajoy apostó por el turismo para salir de la crisis y España es uno de los países más visitados del mundo.
De Madrid al cielo, dice el refrán. La capital española sigue siendo uno de los lugares favoritos para conocer por turistas y visitantes.
Junto a Barcelona y Andalucía son los tres grandes pilares del turismo en España, la industria que sustenta al país tras la crisis que ha sufrido en la última década. Y es que más de 75 millones de personas vinieron en 2016 a España.
El turismo ha cobrado tanta importancia que para encontrar un hueco en el mercado laboral se aprecia más saber llevar la bandeja de camarero que terminar una carrera de grado superior. El Gobierno asume esto como una victoria ante la recesión sufrida y se pone la medalla.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. A la industria turística se le achacado desde siempre producir trabajos precarios, con sueldos reducidos y mucha temporalidad; ahora además se señala a esta industria por la destrucción de los barrios clásicos adueñados ahora por los turistas y sus demandas.
España es país de récords en lo que a materia turística se refiere. Cada año aumentan el número de visitantes, el número de pernoctaciones y la cantidad de divisas que estos turistas se dejan en conocer el país. Sin embargo, hay otra cara en la industria del turismo. Los barrios céntricos de las grandes ciudades, como es Madrid, se convierten en parques temáticos para los turistas y sus vecinos sufren las consecuencias. Es la llamada gentrificación.
La gentrificación es un proceso de cambio social fundamentalmente en un territorio y tiene dos aspectos fundamentales. Uno que los nuevos usuarios del territorio tienen un poder adquisitivo superior que los previos y otro que esto se desenlaza como un proceso de inversión.
Una inversión que puede ser pública o privada y que beneficia fundamentalmente a agentes inmobiliarios que especulan con las viviendas.
Aquí en España es especialmente difícil frenarlo porque hemos convertido la especulación inmobiliaria en un modo de vida, un modo de crecimiento. Lo podemos ver en Lavapiés, lo hemos visto hace tiempo en Chueca, en Malasaña y digamos que también ocurre en otras ciudades españolas.
Es incipiente en Bilbao, puede ocurrir en Zaragoza ocurrió con mucha fuerza en Valencia, se intentó que fuera así y el cambio de Gobierno lo ha frenado un poco pero es algo que en España como se ha decidido desde hace décadas desde el franquismo que el modelo económico de desarrollo fuera basado en el ladrillo y en el turismo, digamos que somos especialmente vulnerables a estas dinámicas.
‘Se alquila’ y ‘se vende’ son las frases más escuchadas en el centro de Madrid. El incremento de visitantes ha cebado los pisos turísticos hasta el infinito y más allá. Un ejemplo este edificio de la calle Príncipe a pocos metros de Sol, en el corazón de Madrid.
Sus 42 pisos están alquilados a turistas a través de una empresa intermediaria. Solo quedan 3 propietarios en el inmueble que denuncian su indefensión jurídica. Desde el ayuntamiento asumen que hay un problema a la vuelta de la esquina.
Madrid en general como ciudad todavía no tiene un problema con los alojamientos turísticos pero puede llegar a tenerlo y desde luego nosotros ya hemos identificado que hay una serie de barrios fundamentalmente del distrito centro que están dando síntomas claros de saturación y en esa línea estamos trabajando para a través de una interpretación más restrictiva del plan general poder limitar la proliferación de esos planes especiales.
Sin embargo, la situación no es sencilla porque son muchos los intereses creados. Ahora mismo los fondos de inversión consiguen más rentabilidad con el alquiler de viviendas en zonas céntricas de Madrid que con el mercado de renta variable. Aunque aun quedan algunas zonas contrarias a esta inmersión social.
Lavapiés es uno de los barrios de Madrid que ha dicho ‘no’ a la gentrificación. A menos de un kilómetro de la puerta de Sol este distrito está en el punto de mira de constructoras, empresas de servicios y hosteleros pero sus vecinos han decidido luchar contra esta corriente con ironía y mucho humor.
La vecina se nos fue para el otro barrio. Lo que pasa es que se la desterró de Lavapiés como consecuencia de la subida de los precios y el negocio especulativo con la vivienda que habitaba. Esta ha sido una de las primeras movilizaciones contra la gentrificación que se han producido en España.
Una sátira en la que representan el fallecimiento de una vecina que se tuvo que ir al otro barrio por culpa de la presión inmobiliaria.
Nuestra vecina murió expulsada por los procesos de gentrificación, de la especulación, la subida del alquiler, las tiendas subidas las 24 horas que asustan hasta los muertos.
De Madrid al cielo, dice el refrán. La capital española sigue siendo uno de los lugares favoritos para conocer por turistas y visitantes.
Junto a Barcelona y Andalucía son los tres grandes pilares del turismo en España, la industria que sustenta al país tras la crisis que ha sufrido en la última década. Y es que más de 75 millones de personas vinieron en 2016 a España.
El turismo ha cobrado tanta importancia que para encontrar un hueco en el mercado laboral se aprecia más saber llevar la bandeja de camarero que terminar una carrera de grado superior. El Gobierno asume esto como una victoria ante la recesión sufrida y se pone la medalla.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. A la industria turística se le achacado desde siempre producir trabajos precarios, con sueldos reducidos y mucha temporalidad; ahora además se señala a esta industria por la destrucción de los barrios clásicos adueñados ahora por los turistas y sus demandas.
España es país de récords en lo que a materia turística se refiere. Cada año aumentan el número de visitantes, el número de pernoctaciones y la cantidad de divisas que estos turistas se dejan en conocer el país. Sin embargo, hay otra cara en la industria del turismo. Los barrios céntricos de las grandes ciudades, como es Madrid, se convierten en parques temáticos para los turistas y sus vecinos sufren las consecuencias. Es la llamada gentrificación.
La gentrificación es un proceso de cambio social fundamentalmente en un territorio y tiene dos aspectos fundamentales. Uno que los nuevos usuarios del territorio tienen un poder adquisitivo superior que los previos y otro que esto se desenlaza como un proceso de inversión.
Una inversión que puede ser pública o privada y que beneficia fundamentalmente a agentes inmobiliarios que especulan con las viviendas.
Aquí en España es especialmente difícil frenarlo porque hemos convertido la especulación inmobiliaria en un modo de vida, un modo de crecimiento. Lo podemos ver en Lavapiés, lo hemos visto hace tiempo en Chueca, en Malasaña y digamos que también ocurre en otras ciudades españolas.
Es incipiente en Bilbao, puede ocurrir en Zaragoza ocurrió con mucha fuerza en Valencia, se intentó que fuera así y el cambio de Gobierno lo ha frenado un poco pero es algo que en España como se ha decidido desde hace décadas desde el franquismo que el modelo económico de desarrollo fuera basado en el ladrillo y en el turismo, digamos que somos especialmente vulnerables a estas dinámicas.
‘Se alquila’ y ‘se vende’ son las frases más escuchadas en el centro de Madrid. El incremento de visitantes ha cebado los pisos turísticos hasta el infinito y más allá. Un ejemplo este edificio de la calle Príncipe a pocos metros de Sol, en el corazón de Madrid.
Sus 42 pisos están alquilados a turistas a través de una empresa intermediaria. Solo quedan 3 propietarios en el inmueble que denuncian su indefensión jurídica. Desde el ayuntamiento asumen que hay un problema a la vuelta de la esquina.
Madrid en general como ciudad todavía no tiene un problema con los alojamientos turísticos pero puede llegar a tenerlo y desde luego nosotros ya hemos identificado que hay una serie de barrios fundamentalmente del distrito centro que están dando síntomas claros de saturación y en esa línea estamos trabajando para a través de una interpretación más restrictiva del plan general poder limitar la proliferación de esos planes especiales.
Sin embargo, la situación no es sencilla porque son muchos los intereses creados. Ahora mismo los fondos de inversión consiguen más rentabilidad con el alquiler de viviendas en zonas céntricas de Madrid que con el mercado de renta variable. Aunque aun quedan algunas zonas contrarias a esta inmersión social.
Lavapiés es uno de los barrios de Madrid que ha dicho ‘no’ a la gentrificación. A menos de un kilómetro de la puerta de Sol este distrito está en el punto de mira de constructoras, empresas de servicios y hosteleros pero sus vecinos han decidido luchar contra esta corriente con ironía y mucho humor.
La vecina se nos fue para el otro barrio. Lo que pasa es que se la desterró de Lavapiés como consecuencia de la subida de los precios y el negocio especulativo con la vivienda que habitaba. Esta ha sido una de las primeras movilizaciones contra la gentrificación que se han producido en España.
Una sátira en la que representan el fallecimiento de una vecina que se tuvo que ir al otro barrio por culpa de la presión inmobiliaria.
Nuestra vecina murió expulsada por los procesos de gentrificación, de la especulación, la subida del alquiler, las tiendas subidas las 24 horas que asustan hasta los muertos.
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