• hace 5 años
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El nombre de esta chica es Claire, y esta es su historia. Hace un mes que quiere contártela. ¿Por qué lo hace ahora? No paraba de aplazarlo hasta el último momento. Y este es exactamente el problema del que quiere hablarte. Claire está segura de que la mayoría puede identificarse con él: es una procrastinadora profesional, lo que básicamente significa que no puede obligarse a hacer cosas cuando lo necesita.

Claire es muy inteligente, apenas hay un solo tema en la escuela que ella no puede entender. Pero sus notas son horribles. Sus problemas empezaron en la escuela secundaria. Tenía muchos deberes, y ni sus padres ni sus profesores la supervisaban de la misma manera que en la escuela primaria. Todo lo que les dieron fue una fecha límite, y un castigo amargo para aquellos que no la cumplían. Las reglas eran claras, y Claire comenzó en la escuela de forma decisiva y positiva. Pero pronto se dio cuenta de que su entusiasmo se desvanecía rápidamente. No es que no le gustaran sus estudios. El hecho es que, cuando le daban tarea para hacer, no podía ni siquiera empezarla.

Por ejemplo, una vez tuvo que escribir un ensayo. Se sentó en su escritorio y tomó un bolígrafo y un trozo de papel. Se dijo a sí misma con decisión: "¡Bien, vamos!". Escribió una frase y empezó a pensar qué escribir después. En busca de inspiración, Claire decidió revisar sus redes sociales. Luego vio un video. Después, otro más. Mientras tanto, el tiempo se fue desvaneciendo, y, de repente, se encontró frente a un trozo de papel en blanco media hora antes de acostarse.

¡Esto no significaba que no pudiera concentrarse! En esa media hora, escribió un ensayo enorme de una manera absolutamente agitada, a una velocidad impresionante y sin siquiera releerlo. Sus profesores a veces se sorprendían por los estúpidos errores que cometía en sus tareas. Por supuesto, eso se debía a que nunca tenía tiempo de revisar y corregirlas. Por otro lado, tenía a su madre, que la regañaba constantemente: "¿Cómo puedes pasar toda la noche haciendo un simple ensayo?".

Y eso era cierto para todas sus asignaturas. Pasaba las tardes enteras sin hacer nada, y luego hacía garabatos rápidos para cumplir con la fecha límite. Estaba muy avergonzada de sí misma, y empezó a ponerse nerviosa cada vez que pensaba en su última tarea. Sufría una especie de bloqueos emocionales que no siempre conseguía superar.

El tiempo pasó y la situación no mejoró. Su carga de trabajo crecía, y no podía hacer todas las tareas. Empezó a atrasarse cada vez más a menudo. Y cuando pasó a la secundaria, sus calificaciones empeoraron aún más. Todo esto crecía como una bola de nieve gigante que estaba a punto de llevarla al límite, y a sufrir un ataque de nervios. ¿No es estúpido que haya tenido todos estos problemas debido a una extraña sensación de entumecimiento frente a un trozo de papel en blanco? Trató de

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