• hace 4 años
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Hola, me llamo Nate. Mi consciencia lleva casi un año atormentándome. Es como una roca enorme que debo cargar. Sucede que… arruiné la vida de mi profesora, y ahora debe ocuparse sola de su hijo… Estoy muy arrepentido de lo que hice, y quiero confesártelo.

Bien, comenzaré desde el principio. Tenía 17 años y acababa de mudarme a otra ciudad con mi familia. A decir verdad, estaba un poco asustado. Tuve que decir adiós a mis amigos de toda la vida y conocer a muchas personas nuevas. Eso era lo que más miedo me dio. No me considero alguien sociable: soy introvertido, y formar lazos con los demás no es mi especialidad. De todas formas, quería que mis compañeros me traten bien, y ese deseo trajo consecuencias terribles. Teníamos una profesora de francés, la Srta. Alice Dunn. Era increíblemente atractiva. Podría haber salido sin problemas en la tapa de cualquier revista; en lugar de eso, trabajaba en una escuela. De más decir que todos los varones se desmayaban al verla. Hasta oí el rumor de que un chico la había invitado a tomar un café después de clase. Por lo que sé, salió pálido del salón. Los demás se rieron de él un bueeen tiempo.

Tal vez esto suene raro, pero tuve la suerte de que mis habilidades con el francés fueran pésimas. Te lo explicaré. Como la Srta. Dunn sabía que yo tenía problemas, me prestaba más atención. Yo me volvía tímido y me sonrojaba como un tomate cuando hablaba con ella; pero créeme, por dentro me encontraba radiante de felicidad. En un par de ocasiones me pidió que me quede después de clases y hablamos en privado. Claro, eran conversaciones sobre estudios, pero todos mis compañeros me envidiaban. Debo decir que eso me agradaba un poco. Y me sentí aún más feliz cuando la Srta. Dunn me ofreció sus servicios como tutora de francés. No lo dudé un segundo: acepté la oferta. A veces venía a mi casa, a veces teníamos la clase en su casa. Practicábamos unas pocas veces a la semana, y todo iba bien. Me pidió que no se lo dijera a nadie, no sabía cómo reaccionarían los administradores de la escuela si se enteraran de sus clases particulares.

Un día, me encontraba en casa con Rick, mi único y mejor amigo. A veces nos juntábamos a jugar a la Xbox o a mirar una película. Esa tarde, nuestra intensa ronda de Fortnite fue interrumpida por el sonido del timbre. Me sorprendí al abrir la puerta… Era la Srta. Dunn. ¡Había olvidado

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