• hace 6 años
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Esta es Lil, tiene 16 años y es diabética desde hace 6 años. Bien, ¿cuál es el problema? Todo el mundo conoce a una o dos personas con diabetes. No es como si fuera algo realmente exótico, todo el mundo sabe lo que es la diabetes. ¿O no? Sin embargo, si lo piensas un poco más, te darás cuenta de que aparte de evitar comer demasiada azúcar, probablemente no sabes mucho sobre la diabetes.

Era una chica absolutamente normal. Y como sucede a menudo, todo iba bien hasta que una mañana... Se cayó por las escaleras mientras estaba apurada por el autobús escolar. Se torció el tobillo y, en lugar de llevarla a la escuela, sus asustados padres la llevaron al hospital. Mientras estaban en camino, ella les explicó que se había caído porque su visión se había vuelto borrosa, y que todavía estaba así en el auto. También tenía mucha sed. Esto alarmó a sus padres de inmediato. Así que el médico la examinó con dos problemas en mente. Tenía dos noticias para ella: una buena y una mala. La buena noticia era que su tobillo estaría bien en poco tiempo. La mala noticia era que su nivel de azúcar en la sangre era altísimo, y después de varios análisis, se le diagnosticó diabetes tipo 1, una afección incurable.

¿Qué significaba eso? Para Lil, en ese momento, era solo una palabra extraña. Pero el doctor se lo explicó muy vívidamente. Imagina que estás en medio de un sube y baja. La tabla es tu nivel de azúcar en la sangre. Para mantenerte estable es necesario sostener el equilibrio, pero nunca estará estable por sí solo - subirá y bajará, subirá y bajará, y tú necesitas hacer mucho trabajo para mantenerlo más o menos equilibrado. Y si sube o baja demasiado, te caerás. Y terminas en el hospital. O algo mucho peor.

Esto fue un shock más para sus padres que para ella. La madre de Lil estaba totalmente perdida, sin saber qué hacer, por dónde empezar... Pero Lil estaba tranquila; ya sabes, incluso con la metáfora del sube y baja, la idea era todavía muy abstracta. Solo más tarde se dio cuenta de lo limitante que podía ser la diabetes. Recibió un medidor de glucosa nuevo y tenía que revisarse la sangre 6-7 veces al día. Tenía que comprobar los números que veía allí y tomar las medidas necesarias, que consistía en inyectarse insulina si estaba demasiado alta, o comer caramelos, beber un vaso de jugo o comer algo dulce si estaba demasiado baja.

¿Qué efectos tuvo en su vida? Primero, fue vergonzoso. Tenía un kit especializado que tenía que llevar consigo, y tenía que sacarlo dondequiera que estuviera y llevar a cabo extraños procedimientos para comprobar sus niveles de azúcar. En segundo lugar, todo fue decepcionante. Le encantaba comer dulces, y la idea de que de ahora en adelante tendría que tomar un control estricto de su dieta le rompía el corazón. Hay que calcular los carbohidratos y evaluar cada pequeño chupetín que se atreve a come

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