Hay nervios en La Moncloa de Pedro Sánchez. Y lo último, en connivencia con el diario 'El País' y sus terminales mediáticas, ha sido filtrar un documento de la era Pablo Casado para intentar desgastar a Alberto Núñez Feijóo.
Se han olvidado los gurús socialistas y su aparato de propaganda del recurrente 'que viene la ultraderecha', con el que intentaban asustar al electorado ante un eventual pacto entre PP y VOX.
No les ha funcionado ni en Madrid, ni en Castilla y León o Andalucía y ahora todo se centra en Feijóo.
Da la impresión de que Sánchez, superado por Feijóo en todas la encuestas cuando el nuevo presidente del PP apenas lleva tres meses en el cargo, se ha dado cuenta -por fin- de la entidad de su rival.
La respuesta de Feijóo a los continuos ataques y descalificaciones de que es objeto, no podría ser más sosegada, aunque eso también es parte de su táctica, porque se ha repartido los papeles en el conjunto del PP y él ha asumido el de 'bueno'0.
Antes de su aterrizaje en Madrid, Feijóo se comprometió a que su periplo en la política nacional estaría marcado por la moderación en las formas y en el fondo. Que huiría de las hipérboles y de los "insultos" al Gobierno socialcomunista. Y ha cumplido, dejando el papel de 'malos' a sus principales subalternos y en personajes como Isabel Díaz Ayuso.
Mientras Feijóo evita hacer sangre, otros cargos populares se lanzan a degüello por asuntos como el CGPJ, el plan económico de Sánchez o su política energética. El último caso ha venido a cuenta de la reacción del PP a la posibilidad de que Sánchez conceda el indulto a José Antonio Griñán, condenado a seis años de cárcel por la sentencia del caso ERE. En privado, la dirección de Génova se opone sin ambages a la medida de gracia y tilda de "muy grave" el hecho de que el Gobierno se abra a esta posibilidad.
Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero secundarán la petición de indulto de la familia del expresidente socialista.
Feijóo no hurga de momento en la nueva herida que amenaza con sacudir los cimientos del PSOE a las puertas del curso y del ciclo electoral. En su primera intervención pública tras 10 días de descanso estival, el jefe de la oposición llegó a mostrar empatía con la "dramática" situación que vive la familia del exmandatario condenado por malversación de fondos públicos y pidió a Sánchez "información" sobre un asunto "de enorme trascendencia penal, política y democrática" que no se puede resolver "de forma unilateral".
"No tengo ningún interés en ver a un presidente del PSOE, exministro y expresidente de la Junta de Andalucía en la cárcel".
Se limitó a poner el acento en la "gravedad" del "caso de malversación de fondos públicos más grave de la democracia". El tono templado que empleó el jefe de la oposición contrasta con el que utilizan dirigentes de su entorno.
Se han olvidado los gurús socialistas y su aparato de propaganda del recurrente 'que viene la ultraderecha', con el que intentaban asustar al electorado ante un eventual pacto entre PP y VOX.
No les ha funcionado ni en Madrid, ni en Castilla y León o Andalucía y ahora todo se centra en Feijóo.
Da la impresión de que Sánchez, superado por Feijóo en todas la encuestas cuando el nuevo presidente del PP apenas lleva tres meses en el cargo, se ha dado cuenta -por fin- de la entidad de su rival.
La respuesta de Feijóo a los continuos ataques y descalificaciones de que es objeto, no podría ser más sosegada, aunque eso también es parte de su táctica, porque se ha repartido los papeles en el conjunto del PP y él ha asumido el de 'bueno'0.
Antes de su aterrizaje en Madrid, Feijóo se comprometió a que su periplo en la política nacional estaría marcado por la moderación en las formas y en el fondo. Que huiría de las hipérboles y de los "insultos" al Gobierno socialcomunista. Y ha cumplido, dejando el papel de 'malos' a sus principales subalternos y en personajes como Isabel Díaz Ayuso.
Mientras Feijóo evita hacer sangre, otros cargos populares se lanzan a degüello por asuntos como el CGPJ, el plan económico de Sánchez o su política energética. El último caso ha venido a cuenta de la reacción del PP a la posibilidad de que Sánchez conceda el indulto a José Antonio Griñán, condenado a seis años de cárcel por la sentencia del caso ERE. En privado, la dirección de Génova se opone sin ambages a la medida de gracia y tilda de "muy grave" el hecho de que el Gobierno se abra a esta posibilidad.
Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero secundarán la petición de indulto de la familia del expresidente socialista.
Feijóo no hurga de momento en la nueva herida que amenaza con sacudir los cimientos del PSOE a las puertas del curso y del ciclo electoral. En su primera intervención pública tras 10 días de descanso estival, el jefe de la oposición llegó a mostrar empatía con la "dramática" situación que vive la familia del exmandatario condenado por malversación de fondos públicos y pidió a Sánchez "información" sobre un asunto "de enorme trascendencia penal, política y democrática" que no se puede resolver "de forma unilateral".
"No tengo ningún interés en ver a un presidente del PSOE, exministro y expresidente de la Junta de Andalucía en la cárcel".
Se limitó a poner el acento en la "gravedad" del "caso de malversación de fondos públicos más grave de la democracia". El tono templado que empleó el jefe de la oposición contrasta con el que utilizan dirigentes de su entorno.
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