• hace 2 años
Qué piel tan fina tienen los que van de la mano de filoterroristas, los que apedrean actos políticos, los que sueltan violadores, los que defienden la pederastia, los que indultan a corruptos y golpistas. ¡Qué piel tan fina y qué cara más dura!
La frase no es mía, sino de Santiago Abascal, que la subió a Twitter nada más ver a una lacrimosa Irene Montero hacer pucheros, tras escuchar a la diputada de VOX, Carla Toscano, decirle a la cara que su único mérito es “haber estudiado en profundidad” a Pablo Iglesias.
Vaya por delante que asumo con entusiasmo la reflexión de Abascal, a lo que añado, observando como han salido a defender a la penosa Ministra de Igualdad diputados de centroderecha, tertulianos no sanchistas y medios como ABC o La Razón, que hay mucho pánfilo en la política y el periodismo nacional.
Tras el rasca de la impulsiva Toscano, la cónyuge de Iglesias solicitó llorosa que el Diario de Sesiones registrase “la violencia política que se estaba ejerciendo contra ella”, frase que remató llamando fascistas a los de la bancada de enfrente, antes de aplaudirse a si misma, para acompañar la ovación que le dedicaron PSOE, Podemos, proetarras de Bildu, golpistas catalanes y otros zarrapastrosos.
Miren, el 8 de marzo de 2014, en un programa de ‘LaSexta Noche’ en el que yo estaba presente, Pablo Iglesias se refirió a Ana Botella , en ese momento alcaldesa de Madrid, como el cargo público que encarnaba ser "esposa de” y "nombrada por”, una mujer cuya única fuerza provenía de ser esposa de Aznar.

De todas las críticas que recibe Irene Montero la única que no comparto es aquella que la descalifica por su pasado como cajera de un supermercado.
Estoy convencido de que la inmensa mayoría de las cajeras, cajeros y cajeres hubiera gestionado un ministerio con más sentido común que la pareja de Iglesias, pero no tener un brillante curriculum profesional no te invalida.
Corcuera sólo había sido electricista cuando Felipe Gonzalez lo hizo ministro del Interior y fue cien veces mejor para España que el cursi Marlaska, que llegó al cargo tras décadas de ejercer como juez honorable y con la aureola de intelectual de pro.
Se puede ser muy listo para los logaritmos y muy tonto para los recados, como deja patente Marlaska.

El problema con Montero no es sólo su escasa cualificación laboral o intelectual, sino el obcecado sectarismo que comparte con Victoria Rosell, Meritxell Batet, Patxi Lopez y toda la banda de Sánchez.
Y que está donde está, cobrando sueldo de ministra, haciendo leyes delirantes y viajando a cuenta nuestra en Falcón, porque ‘estudió a fondo’ al macho Iglesias, es una verdad como un templo por mucho que se escandalice el felón Sánchez, ponga el grito en el cielo Rufián, proteste el etarra Otegi, diga la popular Cuca Gamarra que nadie tiene derecho a ofender o pongan cara de estreñidos algunos de los tertulianos de Carlos Herrera.
La Sexta, El País y la Cadena Ser llevan mucho tiempo ejerciendo de colaboradores necesarios de las peores i

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