El personaje que Chaplin interpreta en esos primeros cortos de la Keystone no es el Vagabundo de The Kid o Luces de la ciudad. Es más malo, más duro y ciertamente no es un soñador. Muy a menudo está empleado (como pianista, camarero, dueño de una propiedad en un estudio de cine), a veces con un hogar, una esposa y un hijo. Es un antiautoritario y un coqueto que busca el placer, a menudo propenso a tomarse unos tragos a escondidas, pero no porque no tenga el dinero para pagarlo. El espectador tuvo que esperar un poco para ver al autentico Charlot, y éste hizo su aparición en la película de 1915, The Tramp. Aquí aparece ya de cuerpo entero el personaje dueño de la onza de oro, aquel que puede convertir la tragedia en comedia y la comedia en tragedia, el que te pude desternillar de risa en cuanto tenga una herramienta en la mano: una escalera, un martillo, o una horquilla para el heno.
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