Con estas palabras, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha llevado su lucha personal, nacional, política, a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Un discurso principalmente centrado en la actualidad internacional, de Ucrania al Líbano pasando por Gaza, el Sáhara o Gibraltar. Pero con un tono muy familiar en las críticas que desde hace meses mantiene con la oposición en casa.
Sánchez no ha mencionado a nadie en concreto en ninguna de sus apariciones esta semana, pero su larga intervención ante la Asamblea el miércoles por la tarde (madrugada de España), con muy poca asistencia y tampoco ningún aplauso mientras la pronunciaba, tenía destinatarios claros en todo el capítulo dedicado a la democracia
Sánchez no ha mencionado a nadie en concreto en ninguna de sus apariciones esta semana, pero su larga intervención ante la Asamblea el miércoles por la tarde (madrugada de España), con muy poca asistencia y tampoco ningún aplauso mientras la pronunciaba, tenía destinatarios claros en todo el capítulo dedicado a la democracia
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00:00Derechos que se creían consolidados hoy son cuestionados o incluso revertidos.
00:04Una agenda reaccionaria global se abre paso al calor de la desconfianza de las
00:09instituciones, de la polarización y de la reivindicación de un pasado inventado
00:13tan falso como sus proclamas. La democracia, por tanto, libra una batalla
00:20por su supervivencia. Y seamos claros, no deja de ceder terreno ante sus enemigos.
00:25La democracia no puede aspirar a ganar esta batalla con una mano atada a la
00:29espalda. Y porque se enfrenta a gente sin escrúpulos, activistas de la mentira, los
00:35bulos, del odio, dispuestos a partir en dos sociedades para imponer su agenda
00:40reaccionaria. Es indispensable levantar un escudo que proteja a las instituciones
00:45democráticas de quienes buscan socavar deliberadamente a las mismas.