La adolescencia es una época de grandes cambios neurológicos y de comportamiento, pero persisten muchos mitos sobre el desarrollo del cerebro de los jóvenes.
De forma simplista, la impulsividad y los cambios de humor se ven sólo como “rebeldía" y "descontrol hormonal", cuando en realidad reflejan complejas transformaciones neurológicas.
Durante la adolescencia, el cerebro sufre una reestructuración: las áreas responsables de la recompensa y el placer se desarrollan más rápidamente que las vinculadas al autocontrol.
Esta diferencia anima a los adolescentes a buscar nuevas experiencias y asumir riesgos, una característica que, aunque conlleva desafíos, puede potenciar la creatividad y el aprendizaje.
Además, el reloj biológico de los adolescentes difiere del de los adultos, lo que significa que duermen más tarde y tienen dificultades para despertarse antes.
Este cambio es fisiológico, pero a menudo se interpreta como pereza.
La neurociencia demuestra que las críticas severas y las respuestas autoritarias son contraproducentes, mientras que el estímulo y la orientación favorecen una mejor adaptación emocional y social.
La adolescencia, considerada como un “espectáculo de fuegos artificiales” por su potencial creativo y emocional, es por tanto un periodo de crecimiento esencial.
De forma simplista, la impulsividad y los cambios de humor se ven sólo como “rebeldía" y "descontrol hormonal", cuando en realidad reflejan complejas transformaciones neurológicas.
Durante la adolescencia, el cerebro sufre una reestructuración: las áreas responsables de la recompensa y el placer se desarrollan más rápidamente que las vinculadas al autocontrol.
Esta diferencia anima a los adolescentes a buscar nuevas experiencias y asumir riesgos, una característica que, aunque conlleva desafíos, puede potenciar la creatividad y el aprendizaje.
Además, el reloj biológico de los adolescentes difiere del de los adultos, lo que significa que duermen más tarde y tienen dificultades para despertarse antes.
Este cambio es fisiológico, pero a menudo se interpreta como pereza.
La neurociencia demuestra que las críticas severas y las respuestas autoritarias son contraproducentes, mientras que el estímulo y la orientación favorecen una mejor adaptación emocional y social.
La adolescencia, considerada como un “espectáculo de fuegos artificiales” por su potencial creativo y emocional, es por tanto un periodo de crecimiento esencial.
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