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Las elecciones estadounidenses podrían alterar profundamente el futuro de la guerra de Ucrania.

Mientras Ucrania se enfrenta a sus pérdidas más difíciles en años, con nuevos refuerzos rusos y bombardeos sobre ciudades como Kiev, lo que está en juego en las urnas nunca ha sido tan importante.

Las visiones de los candidatos difieren marcadamente, lo que promete influir en la dirección del apoyo estadounidense a Ucrania.

El expresidente Donald Trump, candidato republicano, ha prometido negociar un rápido final de la guerra.

Afirma que podría llegar a un acuerdo con Rusia, e incluso sugiere que Ucrania podría ser culpable del conflicto.

Aunque Trump no ha dicho explícitamente que recortaría la ayuda, muchos temen que su enfoque pueda llevar a presionar a Ucrania para que haga concesiones desfavorables si se retira la ayuda militar.

El enfoque transaccional de Trump hacia la política exterior significa que el reto de Ucrania sería enfatizar los beneficios económicos de un apoyo continuado.

Ucrania posee ricos recursos minerales, por un valor estimado de 26 billones de dólares, de los que Rusia podría apoderarse si la ayuda disminuye.

Por el contrario, se espera que la vicepresidenta Kamala Harris, candidata demócrata, siga la política de apoyo del presidente Biden.

Sin embargo, esta previsibilidad conlleva sus propios retos.

Muchos ucranianos consideran que el enfoque de la administración Biden ha sido excesivamente cauto, limitando la capacidad de Kiev para contrarrestar con decisión los avances rusos.

El dilema central de una presidencia de Harris sería si EE.UU. está dispuesto a proporcionar a Ucrania los recursos necesarios para una victoria significativa o seguir por un camino comedido que corre el riesgo de prolongar el conflicto.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha expresado abiertamente su preocupación.

En declaraciones a los medios de comunicación surcoreanos, destacó que un debilitamiento del apoyo estadounidense supondría una mayor pérdida de territorio en favor de las fuerzas rusas.

Zelensky quiere atraer a ambos partidos: considera la defensa de Ucrania como esencial no sólo para la democracia, sino para los intereses económicos y militares de Estados Unidos.

Políticos estadounidenses como el senador Lindsey Graham consideran que los recursos naturales de Ucrania son beneficiosos para Estados Unidos, argumentando que una Ucrania segura podría ser un valioso socioeconómico.

En septiembre, Graham se hizo eco de este sentimiento en un mensaje conjunto con Zelensky, haciendo hincapié en la riqueza mineral que podría apoyar la economía estadounidense.

Sin embargo, la imprevisibilidad de Trump sigue siendo un factor importante.

Como señala el analista ucraniano Oleksandr Kovalenko, la postura de Trump podría virar inesperadamente hacia un mayor o menor apoyo a Ucrania.

Es probable que Harris mantenga la trayectoria actual, aunque expertos como el general de división retirado Mick Ryan creen que se necesita una estrategia más audaz.

Con el aumento de las bajas civiles y la disminución de los recursos militares, Zelensky se enfrenta a una inmensa presión.

Ha lamentado la lentitud de la ayuda estadounidense, señalando los problemas burocráticos y logísticos que complican la planificación de la defensa ucraniana, especialmente ahora que se acerca el invierno.

Independientemente de quién gane la Casa Blanca, la política estadounidense tras las elecciones puede suponer un nuevo riesgo para Ucrania.

Kovalenko teme que las batallas partidistas dominen Estados Unidos, creando distracciones que Rusia podría aprovechar en su beneficio.

Esta incertidumbre postelectoral podría ser tan importante como el propio resultado de las elecciones, poniendo a prueba la resistencia y adaptabilidad de Ucrania.

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