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La hipertensión (tensión arterial alta) y la hipotensión (tensión arterial baja) son afecciones relacionadas con la tensión arterial, pero tienen causas, síntomas y riesgos diferentes. 

La hipertensión se define como una presión arterial igual o superior a 140x90 mmHg, que puede afectar a órganos como el corazón, el cerebro y los riñones. 

A menudo asintomática, sus síntomas sólo aparecen cuando la presión alcanza niveles muy altos y puede causar dolor torácico, dolor de cabeza, mareos y visión borrosa. 

Entre las principales causas están la predisposición genética, el envejecimiento, la obesidad, el sedentarismo y una dieta rica en sal. 

Si no se trata, puede provocar complicaciones graves como ictus, infarto de miocardio e insuficiencia renal.

La hipotensión, por su parte, se caracteriza por una presión arterial inferior a 90x60 mmHg. 

Puede ser transitoria y suele estar relacionada con el sistema nervioso, con causas como la deshidratación, el consumo de medicamentos, enfermedades como la diabetes e infecciones graves.

Aunque suele ser asintomática, puede provocar mareos, debilidad y sensación de desmayo. Si no se trata, puede provocar caídas graves y shock hipotensivo.

Ambas afecciones requieren seguimiento médico y cambios en el estilo de vida. 

En el caso de la hipertensión, se recomienda el control del peso, la actividad física regular y una dieta equilibrada con un consumo reducido de sal y alcohol. 

En el caso de la hipotensión, es importante hidratarse adecuadamente, consumir una cantidad equilibrada de sal y evitar situaciones que puedan provocar bajadas de tensión.
Si no se tratan adecuadamente, ambas afecciones pueden conllevar graves riesgos para la salud.
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