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El genetista Mariano Zalis afirma que sólo el 1% de las enfermedades son hereditarias, y que en el resto influye mucho nuestro estilo de vida. 

Los estudios han demostrado que podemos influir en nuestros genes, incluso después de los 60 años, en función de nuestros hábitos y nuestro entorno.

Zalis explica que, aunque los genes intervienen en la salud, factores externos como la dieta, el estrés y el ejercicio tienen un impacto significativo en la regulación genética. 

El cerebro es el principal mediador de esta interacción, ya que procesa la información del entorno y envía señales a las células, que reaccionan en consecuencia. 

El impacto del estrés y los malos hábitos, como la mala alimentación y el tabaquismo, pueden poner en peligro esta regulación, mientras que las prácticas saludables, como la actividad física, promueven efectos beneficiosos.

Además, menciona que la epigenética explica por qué personas con el mismo material genético, como los gemelos, pueden envejecer de forma diferente. 

Zalis también advierte del impacto de acontecimientos traumáticos, como guerras y catástrofes, que pueden dejar marcas epigenéticas que se extienden a las generaciones posteriores. 

Estudios como los realizados con descendientes de supervivientes del Holocausto han demostrado que estas marcas pueden influir en la salud de las generaciones siguientes.

En resumen, la epigenética ofrece una nueva perspectiva de la salud, demostrando que la forma en que vivimos puede realmente moldear nuestra salud genética y determinar cómo envejecemos.
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