Madrid, 08 sep (efesalud.com). ¿Tenemos claro en qué consiste la seducción?... ¿Sabemos seducir?... Para la psicóloga clínica, Miren Larrazabal Murillo, la seducción es un estilo de comunicación que forma parte de nuestras habilidades personales desde que pusimos el pie en la tierra, puesto que el hombre, o el homínido, además de sus instintos más animales, siempre ha buscado todo tipo de estratagemas, regalos, fórmulas mágicas, ungüentos o pócimas que conquistaran a la persona deseada.
De hecho, se puede aprender a seducir. Cualquiera de nosotros está capacitado para adquirir esa destreza, ya que ésta forma parte de las cualidades comunicativas verbales y no verbales del ser humano. Pero al seducir se cometen errores, máxime cuando el candidato a seductor no tiene la suficiente experiencia vital o los conocimientos necesarios para llevar a cabo una empresa tan arriesgada.
Miren Larrazabal centra su foco psicológico en ocho de los errores más comunes que se cometen a la hora de seducir:
El primero, y quizá el más molesto, es creer a pie juntillas en el refrán que reza "El que la sigue, la consigue". Todos y todas somos seductores, pero no podemos seducir a todo el mundo. Un buen seductor sabe retirarse a tiempo y entiende lo que significa la palabra "no".
El segundo error, querer dar una imagen prefabricada o calco a partir de un personaje famoso o mediático. Ser artificiales nos desdibuja hasta el encanto. La autenticidad, al mostrarnos tal como somos, aumenta nuestra capacidad de seducción.
El tercer error, invadir el espacio del otro. Conquistar es maravilloso, pero ocupar con una tienda de campaña su ámbito privado, familiar, social o laboral es francamente molesto.
El cuarto error, la prepotencia. ¿Dónde vas citándote a ti mismo, alardeando de quién eres, alabando tus logros mundanos o explicando a viva voz tu currículo? En la seducción, la persona interesante siempre es la otra. Tienes que conseguir que el tiempo que pase contigo se sienta muy especial, la más interesante del mundo.
El quinto error, no tienes que convencer, sino gustar. Es fabuloso que transmitas lo mejor de ti misma, pero tus valores se exponen para agradar al otro. Los sentimientos forzados terminan en fracaso.
El sexto error, no te precipites si la seducción va por un buen camino. No hace falta pedir matrimonio a los dos minutos del encuentro o a la noche siguiente después de la primera cita.
El séptimo error, no confundas sexo con seducción. Seducir puede tener un fin erótico o sexual, pero la seducción es un fin en sí misma. Seducimos por el mero placer de seducir.
Por último, el octavo error. Seducir cuando tú no crees en tu propia seducción. Si no lo llevas dentro, si no te gustas a ti mismo o a ti misma, es imposible que consigas transmitir algo con valor de seducción.
"El primer paso para seducir, y el más importante, es aprender a seducirte a ti mismo", aconseja la psicóloga clínica Miren Larrazabal.
TODOS LOS VÍDEOS DE MIREN: https://goo.gl/mPXos6
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De hecho, se puede aprender a seducir. Cualquiera de nosotros está capacitado para adquirir esa destreza, ya que ésta forma parte de las cualidades comunicativas verbales y no verbales del ser humano. Pero al seducir se cometen errores, máxime cuando el candidato a seductor no tiene la suficiente experiencia vital o los conocimientos necesarios para llevar a cabo una empresa tan arriesgada.
Miren Larrazabal centra su foco psicológico en ocho de los errores más comunes que se cometen a la hora de seducir:
El primero, y quizá el más molesto, es creer a pie juntillas en el refrán que reza "El que la sigue, la consigue". Todos y todas somos seductores, pero no podemos seducir a todo el mundo. Un buen seductor sabe retirarse a tiempo y entiende lo que significa la palabra "no".
El segundo error, querer dar una imagen prefabricada o calco a partir de un personaje famoso o mediático. Ser artificiales nos desdibuja hasta el encanto. La autenticidad, al mostrarnos tal como somos, aumenta nuestra capacidad de seducción.
El tercer error, invadir el espacio del otro. Conquistar es maravilloso, pero ocupar con una tienda de campaña su ámbito privado, familiar, social o laboral es francamente molesto.
El cuarto error, la prepotencia. ¿Dónde vas citándote a ti mismo, alardeando de quién eres, alabando tus logros mundanos o explicando a viva voz tu currículo? En la seducción, la persona interesante siempre es la otra. Tienes que conseguir que el tiempo que pase contigo se sienta muy especial, la más interesante del mundo.
El quinto error, no tienes que convencer, sino gustar. Es fabuloso que transmitas lo mejor de ti misma, pero tus valores se exponen para agradar al otro. Los sentimientos forzados terminan en fracaso.
El sexto error, no te precipites si la seducción va por un buen camino. No hace falta pedir matrimonio a los dos minutos del encuentro o a la noche siguiente después de la primera cita.
El séptimo error, no confundas sexo con seducción. Seducir puede tener un fin erótico o sexual, pero la seducción es un fin en sí misma. Seducimos por el mero placer de seducir.
Por último, el octavo error. Seducir cuando tú no crees en tu propia seducción. Si no lo llevas dentro, si no te gustas a ti mismo o a ti misma, es imposible que consigas transmitir algo con valor de seducción.
"El primer paso para seducir, y el más importante, es aprender a seducirte a ti mismo", aconseja la psicóloga clínica Miren Larrazabal.
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