• hace 8 años
En una zona del norte de Albania donde ni la policía osa poner los pies, Liljana Luani llega con sus libros, artículos para el hogar y la experiencia de toda una vida para ayudar a familias marcadas por el asesinato.

Esta profesora de 56 años de la localidad de Shkodra emplea su tiempo libre en viajar a remotos pueblos de montaña donde los niños viven encerrados y escondidos por sus familias por culpa de una tradición centenaria de venganza de sangre.

Hoy visita la casa de una mujer de 40 años que vive con sus tres hijos que tienen entre 14 y 19 años. Su marido está en la cárcel por asesinato. A los dos mayores no les vemos, prefieren esconderse en una habitación que admitir avergonzados que nunca salen de casa. Luani da clase al más pequeño con la esperanza de que un día pueda escapar de este violento círculo vicioso.

“Esto es lo que me empuja a llamar a las puertas y a visitar a los niños que tienen ‘deudas de sangre’. Vivo su sufrimiento, su dolor y el de sus familias y ahora estoy más implicada emocionalmente”, comenta Luani.

Según la ley del Kanun, un código medieval que regulaba todos los aspectos de la vida en el norte de Albania, si asesinan a un miembro de una familia, sus integrantes varones tiene el derecho y el deber de vengarse matando a cualquier varón de la familia del asesino. Eso sí, la llamada “deuda de sangre” no se puede cobrar en casa del “deudor”.

Luani recuerda el trágico caso de uno de sus alumnos: “Hace dos años mataron a uno de mis estudiantes. Era adolescente. Nunca le olvidaré, nunca olvidaré a ese niño. Todavía puedo oír su voz y su risa en los pasillos de la escuela cuando le acariciaba el pelo. Nunca lo olvidaré. No pudo escapar a la desgracia. No logró escapar a la deuda de sangre, la ‘giakmarrja’”.

El ciclo de venganzas puede empezar por varias razones: un asesinato, una muerte accidental, una disputa de tierras… Las acusaciones falsas son moneda común.

“Creo que si a esta generación, que corre el riesgo de permanecer iletrada, se le da una educación psicosocial básica, tendremos un arma importante para luchar contra este fenómeno de ‘deuda de sangre’. Creo que cuando la gente tiene una buena educación no suele caer en este ciclo de venganza. Es lo que pienso”.

Se calcula que por culpa de esta sanguinaria tradición, miles de personas, incluídos niños, viven aislados, como parias.

Para más información, lean este reportaje de Jerónimo Giorgi y Angelo Attanasio

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