La mayoría no tiene ni agua ni luz. La fábrica a las afueras de la ciudad se ha convertido en un pueblo donde intentan sobrevivir decenas de familias de subsaharianos. Se han instalado hace casi un año y allí han formado su pequeña ciudad. Algunos han montado un bar donde ofrecen menú a dos euros. Otros ponen musica para sobrellevar las condiciones insalubres e infrahumanas. Los vecinos de la zona de Barcelona les apoyan, pero la juez está en negociaciones con el propietario para un desalojo inminente.
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