• hace 5 años
A su edad nadie sabe -nadie debería saber- siquiera de qué va la vida. Ella, sin embargo, ya se ha visto obligada a entregar la suya. Cuando casi todos los niños, hasta los más desgraciados, tienen una familia que vela por ellos, a Spozhmay fue su propio hermano quien quiso matarla. Lo cuenta ella misma desde la comisaría de policía del sur de Afganistán en la que consiguió refugiarse. Y lo hace con la distancia con la que solo un niño puede contar algo así, sin derrumbarse: "Mi hemano me puso el chaleco de explosivos y me obligó a cruzar de noche un río para hacerme volar por los aires". Ella sin embargo consiguió escapar. Otros pequeños no han tenido la misma suerte. Tanto los talibanes en Afganistán como Al Qaeda en Pakistán los utilizan en atentados. Tan interiorizado lo tienen que hemos visto imágenes como ésta que hielan la sangre: niños jugando a ser terroristas suicidas simulando las explosiones y la propia muerte.

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