• 5 năm trước
Este es Alan, un muchacho ordinario con una historia algo inusual. Últimamente ha habido muchos cambios en su vida, y le gustaría contártelos.
Él era un joven absolutamente normal, su vida no era muy diferente del resto: escuela, amigos, deportes, pasatiempos. Hasta que le ocurrió algo malo; luego de eso, estaba seguro de que su vida se había acabado. Perdió casi todo su brazo derecho de la manera más estúpida posible. Su papá estaba podando el césped, Alan pasó cerca, se tropezó con algo y se cayó justo debajo de la podadora cuando pasaba por ahí. No recuerda mucho más, estaba en estado de shock a causa del dolor.
Se despertó en el hospital con mucho dolor, pero al menos ahora podía soportarlo. Encontró a sus padres sentados a su lado. Su mamá lloraba, y su papá estaba blanco como un papel. Fue ahí cuando descubrió que su brazo estaba literalmente despedazado, y que los doctores no habían logrado salvarlo. En ese momento, no se dio cuenta de lo que eso implicaba, simplemente estaba feliz de estar vivo. Más tarde lo entendió.
Mientras se recuperaba en el hospital, comprendió que era incapaz de hacer cualquier cosa. Alan era diestro y estaba demasiado débil para coordinar la mano izquierda. Pero pronto le asignaron una especialista en rehabilitación. Ella le dijo que todo eso era normal, y que pronto se adaptaría, especialmente si seguía el programa de adaptación. También dijo que, pasado un tiempo, podría obtener un brazo prostético que lo haría parecer normal. Alan comenzó a entrenar en el hospital y continuó en su casa.
Durante esa etapa, Alan no fue a la escuela. Tuvo que despedirse de cosas que le encantaban, como los deportes y la guitarra. Lo peor era que no se adaptaba ni un poco. No lograba hacer nada con el brazo izquierdo, no importaba si era escribir o vestirse, o comer con una cuchara. Se esforzaba mucho, pero la situación no mejoraba y él se sentía inválido. Pronto cayó en depresión.
Sus padres hablaron con la doctora, y ella dijo que Alan necesitaba regresar a la escuela para tener algo de vida social. Pero aún no podía tener su brazo falso, era muy temprano. A Alan le daba miedo que sus amigos lo vieran así, quién sabía cómo se lo tomarían. Al final, no resultó ser tan malo, aunque ya no podía hacer las mismas cosas de antes con ellos. Además, como su mano izquierda seguía siendo inútil, tenía que pedirles ayuda todo el tiempo. Lo peor de todo fue que, durante su ausencia, una chica nueva había llegado a la escuela. Le gustó mucho apenas la vio. Alan intentó salir de su caparazón e invitarla a salir. Si hubiera estado bien, quizás habría tenido alguna oportunidad. Pero lo único que recibió de ella fue una mirada consoladora, una sonrisa y la frase: "Sabes, Alan, creo que mejor no. Bueno, seguro lo entiendes". Se fue y lo dejó ahí, como un completo idiota.
Eso no fue nada agradable para Alan, estaba transitando un momento muy oscuro de su vida. Era como si estuviera esperando pasivamente a acostumbrarse a su nueva condición. Un día,

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