• 5 năm trước
Este es Joaquín, y va a contarte una historia. Es acerca de un terrible incendio que destruyó su hogar y lo obligó a cambiar su mirada sobre la vida.
Cuando tenía 13, la familia de Joaquín vivía en una casa pequeña pero muy bonita. Se llevaban muy bien y se querían. Y, además, amaban sus cosas.
Puede parecer extraño usar la palabra “amar” cuando se trata de objetos, pero no había otra manera en que Joaquín pudiera describirlo. Por ejemplo, sus libros, su consola de videojuegos y los juegos que incluía, su ropa y sus viejos juguetes; todo eso le importaba mucho. Un vistazo a sus cosas lo llenaba de recuerdos de alguna época en particular.
Esas cosas lo ayudaban a enfrentar los problemas y a escapar de su vida ordinaria.
Un día, al regresar de la escuela, Joaquín se encontró con una escena horrible: su casa se incendiaba. Los bomberos intentaban ayudar, pero era demasiado tarde, no quedaba nada que salvar. Dijeron que no era culpa de la familia. Al parecer, el culpable era un cableado mal instalado, no había manera de evitar que ocurriera.
No es sencillo procesar algo así. No se te ocurre pensar desde el primer momento que es algo serio y con consecuencias. Necesitas tiempo para entenderlo.
Joaquín y su familia no tenían tiempo para estar triste. Debían encontrar un lugar temporal para vivir, hablar con muchas personas y firmar documentos.
Solo entonces, cuando se quedaron solos en su departamento temporal en las afueras de la ciudad, asimilaron lo que había ocurrió. Habían perdido tanto. Joaquín no volvería a ver sus viejos juguetes o sus dibujos de la infancia. Todos sus libros y sus juegos favoritos habían sido destruidos. No es que tuviera muchas cosas, pero eran importantes para él.
Y sus padres no se sentían mucho mejor: sus días consistían en planificaciones sin fin, pensaban en lo que debían hacer y en cómo regresarían a su vida de antes. Hablaban de vender el auto de la familia, comenzar a viajar en autobús, ahorrar dinero para una nueva casa. Los pasatiempos favoritos de Joaquín estaban literalmente destruidos. Sentía una extraña mezcla de miedo, aburrimiento y tristeza…
Y luego, sus padres comenzaron a pelear. Al mirar hacia atrás, Joaquín comprende que estaban nerviosos y cansados, pero en ese momento lo único que quería era huir de todo eso, no quería oírlos. Pero no podía evitarlo, los tres compartían la misma habitación.
Finalmente, se hartó de ser parte de ese caldo de enojo y desesperación, así que salió a hacer… ¡algo! No podía ver a sus amigos porque estaba demasiado lejos de ellos. Tuvo que improvisar.
Trepó algunos árboles, fue hasta el río, dibujó un mapa de los alrededores. Durante unas cuantas horas, Joaquín olvidó por completo todas las desgracias que su familia había tenido que soportar. Se divirtió haciendo las mismas cosas que de niño. El lugar era hermoso, ni siquiera lo había notado durante las primeras semanas. Con los días, conoció a los otros niños de la zona. Y, por más gracioso que parezca, ellos lo consideraban

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