• hace 4 años
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¡Hola a todos! Me llamo Ann, tengo 19 años, y ahora mismo están ocurriendo grandes cambios en mi vida. Bueno, en realidad, no están sucediendo por sí solos, sino que la persona que quiere cambiar todo soy yo. Quiero dejar mi ciudad natal e ir a otra universidad, y todo por lo que me pasó en mi primer año de universidad aquí, y lo que ahora quiero dejar atrás. Me gustaría decir que esta es una historia de amor... Pero no. Es sobre cómo me usaron en una relación poliamorosa y se deshicieron de mí cuando ya no me necesitaron.
Todo comenzó cuando una chica de mi universidad me invitó a una fiesta. Para ser honesta, no quería ir. Cuando era niña, mis padres no me permitían ir a ellas, y, cuando me convertí en adolescente, se volvieron aún más estrictos al respecto. Pero decidí que tenía que empezar un día, así que acepté la invitación. Al no tener prácticamente ninguna experiencia en fiestas, siempre me siento muy nerviosa e incómoda en ellas, y esta no fue la excepción. Todo el mundo estaba divirtiéndose, pero yo solo soñaba con volver a casa lo antes posible.

Pero, de pronto, Roger se me acercó. No nos conocíamos en persona, pero, por supuesto, yo lo conocía, TODOS lo conocían. Estaba en su segundo año, era un chico muy guapo, y todas las chicas estaban locas por él. Aunque ellas no albergaban expectativa alguna. Roger había estado saliendo con una tal y hermosísima Olivia desde la preparatoria. Ellos fueron juntos a la universidad y, desde entonces, eran una especie de pareja estrella inseparable.

Pero esta vez, Roger estaba solo. Y, por alguna razón, ¡empezó a hablarme! Al principio de nuestra conversación no podía decir ni una palabra, primero por sorpresa y luego por vergüenza. Pero de repente me di cuenta de que Roger solo me hablaba a mí, no estaba coqueteando conmigo, ni bromeando. Al contrario, estaba un poco triste. Dijo que su novia, Olivia, estaba enferma, y que no quería divertirse en esa fiesta solo. Entonces admití que yo soñaba con salir de allí lo antes posible... En resumen, nos fuimos juntos, y Roger también me acompañó a casa. Charlamos en el camino... bueno, como si fuéramos amigos. Fue muy extraño.

Pero lo más extraño fue que, al día siguiente, en la universidad, ¡se acercó a mí de nuevo! Me dijo "hola" y continuamos la conversación que tuvimos cuando nos fuimos juntos de la fiesta... Y, desde ese día, empezamos a v

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