La arena conquista Oltenia, un paisaje histórico en el sur de Rumanía. Aumentan el calor y la sequía. Entretanto, las tormentas de arena llevan el problema hasta Bucarest. Los ambientalistas tratan de prevenir lo peor mediante la reforestación.
Las consecuencias del cambio climático se pueden ver y sentir claramente en la región rumana de Oltenia. Donde antes los prados y los bosques verdes bordeaban las orillas del Danubio, ahora se extienden zonas arenosas, que ya cubren más de 800 kilómetros cuadrados a lo largo del Danubio. El viento lleva la arena a los pueblos e incluso a la capital, Bucarest, que está a más de 200 kilómetros de distancia. Es el resultado de una combinación de calentamiento global y políticas agrícolas despiadadas. En las décadas de 1970 y 1980, el dictador Nicolae Ceaușescu quiso promover la producción agrícola a gran escala, por lo que hizo talar bosques y drenar lagos.
Ecologistas, empresarios y políticos locales tratan ahora de detener la continua devastación en el sur de su país. El diputado de Bucarest y activista medioambiental Octavian Berceanu viaja regularmente a la región para encontrar las principales causas del avance de las arenas. Junto con el ingeniero forestal Dan Popescu, quiere convencer a los lugareños y a los funcionarios de plantar nuevos árboles en los campos que se han vuelto inutilizables.
Los agricultores apenas pueden cultivar hortalizas en suelos arenosos. Incluso para los cultivos de cereales poco exigentes como el maíz, no hay suficientes nutrientes. Por necesidad, ahora cultivan principalmente melones que son menos exigentes.
Lo que sucede en Oltenia es también una amenaza en otras partes de Europa debido al cambio climático: una sequía tras otra con graves consecuencias para el medio ambiente y la agricultura.
Las consecuencias del cambio climático se pueden ver y sentir claramente en la región rumana de Oltenia. Donde antes los prados y los bosques verdes bordeaban las orillas del Danubio, ahora se extienden zonas arenosas, que ya cubren más de 800 kilómetros cuadrados a lo largo del Danubio. El viento lleva la arena a los pueblos e incluso a la capital, Bucarest, que está a más de 200 kilómetros de distancia. Es el resultado de una combinación de calentamiento global y políticas agrícolas despiadadas. En las décadas de 1970 y 1980, el dictador Nicolae Ceaușescu quiso promover la producción agrícola a gran escala, por lo que hizo talar bosques y drenar lagos.
Ecologistas, empresarios y políticos locales tratan ahora de detener la continua devastación en el sur de su país. El diputado de Bucarest y activista medioambiental Octavian Berceanu viaja regularmente a la región para encontrar las principales causas del avance de las arenas. Junto con el ingeniero forestal Dan Popescu, quiere convencer a los lugareños y a los funcionarios de plantar nuevos árboles en los campos que se han vuelto inutilizables.
Los agricultores apenas pueden cultivar hortalizas en suelos arenosos. Incluso para los cultivos de cereales poco exigentes como el maíz, no hay suficientes nutrientes. Por necesidad, ahora cultivan principalmente melones que son menos exigentes.
Lo que sucede en Oltenia es también una amenaza en otras partes de Europa debido al cambio climático: una sequía tras otra con graves consecuencias para el medio ambiente y la agricultura.
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