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La obesidad puede alterar la capacidad del cerebro para registrar la sensación de saciedad, lo que puede dificultar el control del peso.
Un estudio analizó las señales cerebrales transmitidas desde el estómago al cerebro en individuos delgados y obesos.
Las personas delgadas mostraban una menor actividad cerebral relacionada con el hambre después de comer, junto con un aumento de dopamina que indicaba satisfacción.
Sin embargo, las personas obesas no experimentaron estos cambios, lo que indica una falta de respuesta de saciedad en el cerebro.
El estudio sugiere que las personas con obesidad pueden tener mecanismos cerebrales alterados que no reconocen la ingesta adecuada de nutrientes.
Incluso tras una pérdida de peso satisfactoria, el reconocimiento cerebral de la saciedad y la satisfacción no mejoró.
La obesidad sigue siendo una enfermedad compleja, y los científicos todavía están desentrañando las causas subyacentes y las implicaciones asociadas para la salud.
Además, no está claro si el principal factor que contribuye a estas diferencias se encuentra en el cerebro o en el intestino.

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