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En 1982, cuando sólo tenía 17 años y estaba escalando en el Barranco de Huntington (New Hampshire), a Hugh Herr le sorprendió una ventisca que le mantuvo tres noches perdido en un inhóspito paraje, a temperaturas que rozaban los 30 grados bajo cero. Fue rescatado con vida, pero las secuelas del frío extremo al que estuvo sometido, obligaron a amputarle las dos piernas.

Tras el accidente, el biofísico decidió dedicar su carrera a desarrollar prótesis tecnológicamente avanzadas, un objetivo que ha cumplido con creces. Considerado un líder mundial en biónica, ha recibido numerosos galardones por su trabajo, como el Premio Princesa de Asturias en Investigación Científica y Técnica que logró en 2016 "por haber diseñado las primeras prótesis que logran emular la locomoción humana, permitiendo superar discapacidades como las que él mismo tiene", tal y como señaló el jurado.
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