• el mes pasado
Oscar Clavel, portavoz de educación del Partido Popular, se considera "un romántico de la Educación". Por eso, se muestra partidario de "volver atrás y recuperar lo que ha funcionado. Yo soy de la EGB y aquello funcionaba... De la Ley del 70 solo habría que modificar la FP porque estaba diseñada para los que no servían".

Y, por descontado, arremete contra el origen de todos los males: «La Logse sigue marcando la Educación a día de hoy. Todas las leyes posteriores y actualmente vigentes parcialmente –LOE, Lomce y Lomloe– están impregnadas por la ideología Logse». Ojo, que su audacia le lleva a no salvar ni a la Ley Wert de su propio partido.
¿Nostálgico? «No, me considero realista. En todo caso, un romántico de la Educación. Mi principio fundamental es que lo que funciona, mejor no tocarlo». La raíz de la audacia de sus afirmaciones probablemente está en su biografía porque, más allá del apasionado político, Clavell se ha curtido como profesor de Historia en Secundaria. Sabe de lo que habla porque lo ha vivido y no porque lo haya leído en ningún bestseller educativo, ni porque haya escuchado a ningún gurú de moda, ni mucho menos porque se recoja en ningún programa político. Por eso, por ejemplo, aunque elevar la escolarización obligatoria hasta los 18 años le parece bien, considera que «sería un parche más si no hacemos otras cosas. Si se lo planteas, así sin más, a un profesor de Secundaria, se tiraría por el balcón».
La conversación transcurre y el profe de Secundaria se va alternando con el político. Aparece el profesor cuando defiende que «las leyes educativas las tienen que hacer los expertos y no los políticos» y cuando defiende un pacto social por la Educación. Y asoma el político cuando le preguntamos por una ministra demasiado distraída con sus funciones de portavoz del Gobierno y responde a mamporrazo limpio: «¡Pero si no hay ministra!».

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