Cuántos sinsabores se habría ahorrado el centroderecha español si desde el 4 de mayo de 2021, cuando Isabel Díaz Ayuso arrasó a la izquierda en las elecciones autonómicas de Madrid, los dirigentes del PP hubieran aprovechado su tirón, en lugar de conspirar para arruinarla.
En cualquier caso, no hay mal que por bien no venga y ahora, en lugar del tándem Pablo Casado - García Egea, a los que quedaba grande el liderazgo, manda en el PP el veterano Núñez Feijóo y todo indica que el gallego, a diferencia de sus predecesores, se llevará por delante al socialista Sánchez en cuanto haya elecciones generales.
Feijóo, que es listo, se ha limitado a asumir con naturalidad lo que es natural: que una presidenta autonómica que arrasa en las urnas y tiene un tirón mediático sin parangón, mande en la organización regional de su partido.
Que Ayuso es una aliada clave de Feijóo de cara a la conquista de La Moncloa parece fuera de toda duda.
Lo que no está tan claro es que Feijóo y los barones autonómicos del PP sepan o puedan copiar la fórmula del éxito de Ayuso.
Porque la ‘receta’, que permite a la lideresa captar a manta voto juvenil, cosechar apoyos masivos en barrios populares e hipnotizar a estudiantes, intelectuales, artistas y autónomos, tiene sus secretos.
Y no todos son replicables. Es muy difícil, por ejemplo, que Moreno en Andalucía, Rueda en Galicia, Nuñez en Castilla-La Mancha, Monago en Extremadura o Mañueco en Castilla y León puedan convertirse de repente en acérrimos liberales y hacer campaña prometiendo erradicar chiringuitos, eliminar ayudas pringosas y sacudir a los sindicatos.
Lo del ‘Partido del Pueblo’ en que ha convertido Ayuso al PP madrileño, no es fácil de copiar.
Entre otras razones, porque exige -como ha hecho ella- cambiar los mensajes y alterar el espacio en el que se mueven tradicionalmente la izquierda y la derecha.
Ayuso ha logrado que los madrileños no vean al PP como el partido de los pijos y las élites empresariales, sino como el que defiende a la gente que trabaja, a la que madruga, a la que las pasa canutas para llegar a fin de mes, a la que sufre la globalización y la burocracia, frente a una izquierda desnortada, obsesionada por chupar de la teta de los presupuestos y defensora de memeces identitarias, la subida de impuestos, las chorradas de género, las ocurrencias sexuales, los okupas y el porro.
Hace también Ayuso algo que no es fácil de copiar, sobre todo si eres político: se pone por montera a periodistas y cadenas de televisión.
Va a por todas.
En cualquier caso, no hay mal que por bien no venga y ahora, en lugar del tándem Pablo Casado - García Egea, a los que quedaba grande el liderazgo, manda en el PP el veterano Núñez Feijóo y todo indica que el gallego, a diferencia de sus predecesores, se llevará por delante al socialista Sánchez en cuanto haya elecciones generales.
Feijóo, que es listo, se ha limitado a asumir con naturalidad lo que es natural: que una presidenta autonómica que arrasa en las urnas y tiene un tirón mediático sin parangón, mande en la organización regional de su partido.
Que Ayuso es una aliada clave de Feijóo de cara a la conquista de La Moncloa parece fuera de toda duda.
Lo que no está tan claro es que Feijóo y los barones autonómicos del PP sepan o puedan copiar la fórmula del éxito de Ayuso.
Porque la ‘receta’, que permite a la lideresa captar a manta voto juvenil, cosechar apoyos masivos en barrios populares e hipnotizar a estudiantes, intelectuales, artistas y autónomos, tiene sus secretos.
Y no todos son replicables. Es muy difícil, por ejemplo, que Moreno en Andalucía, Rueda en Galicia, Nuñez en Castilla-La Mancha, Monago en Extremadura o Mañueco en Castilla y León puedan convertirse de repente en acérrimos liberales y hacer campaña prometiendo erradicar chiringuitos, eliminar ayudas pringosas y sacudir a los sindicatos.
Lo del ‘Partido del Pueblo’ en que ha convertido Ayuso al PP madrileño, no es fácil de copiar.
Entre otras razones, porque exige -como ha hecho ella- cambiar los mensajes y alterar el espacio en el que se mueven tradicionalmente la izquierda y la derecha.
Ayuso ha logrado que los madrileños no vean al PP como el partido de los pijos y las élites empresariales, sino como el que defiende a la gente que trabaja, a la que madruga, a la que las pasa canutas para llegar a fin de mes, a la que sufre la globalización y la burocracia, frente a una izquierda desnortada, obsesionada por chupar de la teta de los presupuestos y defensora de memeces identitarias, la subida de impuestos, las chorradas de género, las ocurrencias sexuales, los okupas y el porro.
Hace también Ayuso algo que no es fácil de copiar, sobre todo si eres político: se pone por montera a periodistas y cadenas de televisión.
Va a por todas.
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