• el año pasado
¡Qué ganas de que termine esta campaña electoral de municipales y autonómicas del 28-M! ¡Tanta paz le dé Dios como descanso nos deje! Una campaña que se crispa por momentos, con insidias como las del emérito de Podemos, que ha afirmado que 'la derecha prepara un golpe de Estado desde Madrid' o chulerías como las del candidato podemita al Ayuntamiento madrileño, Roberto Sotomayor, amenazando a la comunicadora Ana Rosa Quintana con quitarle la Medalla de Oro al Trabajo.

Una campaña en la que abundan los 'platos recalentados', como los que ofrece Sánchez a sus votantes como si fueran imbéciles, en forma de promesas de partidas de 580 millones de euros para 13.000 centros de salud que ya habían sido aprobadas por el Consejo de Ministros en diciembre. Gobernar, ya lo decía Rubalcaba, es muy difícil. Manejar un presupuesto como el del Reino de España, cuarta economía de la 'Eurozona', no se hace sólo cocinando tartas desde algún ministerio, entre 'chocho-charlas' y otras bobadas. Las propuestas de la izquierda son tan patéticas que no merecen ni un minuto más de atención. Los votantes con sentido común, que son millones, lo que quieren es mantener su puesto de trabajo, que sus hijos puedan ir a la escuela sin ser adoctrinados y que las calles sean seguras.

Dicho todo esto, los electores de derechas cometerían un error si piensan que 'todo el pescado está vendido'. Ni un sólo voto del PP o de Vox debe quedarse en casa. La izquierda es experta en volcarse cuando se ve perdida, porque le va la vida en ello.

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