Los expertos afirman que la vitamina D, conocida como la "vitamina del sol", es prometedora en el campo del antienvejecimiento. Las investigaciones sugieren que puede actuar sobre múltiples características del envejecimiento, como los daños en el ADN, la senescencia celular y la inflamación crónica. Los estudios sugieren que la vitamina D ayuda a mantener la estabilidad genómica regulando los genes de reparación del ADN y protegiendo a las células del estrés oxidativo. Además, puede preservar la longitud de los telómeros, combatir la inflamación e influir en los cambios epigenéticos que impulsan el envejecimiento. Por otra parte, la vitamina D puede restablecer un equilibrio más saludable en el microbioma intestinal, que es crucial para la salud. Aunque gran parte de las pruebas proceden de estudios preclínicos y observacionales, se necesitan ensayos clínicos rigurosos para confirmar su eficacia. No obstante, garantizar una ingesta adecuada a través de la exposición a la luz solar, la dieta y los suplementos podría contribuir a un envejecimiento saludable. La vitamina D, aunque no es la "fuente de la juventud", desempeña un papel crucial en la longevidad.
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