Audiocuento: La gallina degollada - Horacio Quiroga

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Este cuento narra la trágica historia de una familia cuyos cuatro hijos, afectados por una enfermedad mental, son ignorados y maltratados por sus padres, que centran su esperanza en su hija sana. Un día, los niños observan el degüello de una gallina, lo que despierta en ellos un instinto brutal con consecuencias devastadoras para la familia. Es una historia sombría sobre el abandono, la desesperanza y la violencia latente. Escucha este y más audiocuentos y audiolibros gratis en www.audiolibros.site
Transcript
00:00La gallina degollada. Horacio Quiroga.
00:07Todo el día, sentados en el patio, en un banco estaban los cuatro hijos idiotas del matrimonio Matsini-Ferraz.
00:15Tenían la lengua entre los labios, los ojos estúpidos, y volvían la cabeza con la boca abierta.
00:21El patio era de tierra, cerrado al oeste por un cerco de ladrillos.
00:26El banco quedaba paralelo a él, a cinco metros, y allí se mantenían inmóviles, fijos los ojos en los ladrillos.
00:33Como el sol se ocultaba tras el cerco, al declinar los idiotas tenían fiesta.
00:38La luz enceguecedora llamaba su atención al principio, poco a poco sus ojos se animaban.
00:44Se reían al fin estrepitosamente, congestionados por la misma hilaridad ansiosa,
00:49mirando el sol con alegría bestial, como si fuera comida.
00:53Otras veces, alineados en el banco, zumbaban horas enteras, imitando al tranvía eléctrico.
00:59Los ruidos fuertes sacudían a sí mismos su inercia, y corrían entonces,
01:04mordiéndose la lengua y mugiendo, alrededor del patio.
01:08Pero casi siempre estaban apagados en un sombrío letargo de idiotismo,
01:13y pasaban todo el día sentados en su banco, con las piernas colgantes y quietas,
01:18empapando de glutinosa saliva el pantalón.
01:21El mayor tenía doce años, y el menor, ocho.
01:25En todo su aspecto sucio y desvalido, se notaba la falta absoluta de un poco de cuidado maternal.
01:32Esos cuatro idiotas, sin embargo, habían sido un día el encanto de sus padres.
01:38A los tres meses de casados, Mazzini y Berta orientaron su estrecho amor de marido y mujer,
01:44y mujer y marido, hacia un porvenir mucho más vital.
01:47Un hijo.
01:48¿Qué mayor dicha para dos enamorados que esa honrada consagración de su cariño,
01:53libertado ya del vil egoísmo de un mutuo amor sin fin ninguno,
01:57y lo que es peor para el amor mismo, sin esperanzas posibles de renovación?
02:03Así lo sintieron Mazzini y Berta, y cuando el hijo llegó, a los catorce meses de matrimonio,
02:09creyeron cumplida su felicidad.
02:11La criatura creció bella y radiante, hasta que tuvo año y medio.
02:16Pero en el vigésimo mes sacudieronlo una noche convulsiones terribles,
02:21y a la mañana siguiente no conocía más a sus padres.
02:25El médico lo examinó con esa atención profesional,
02:28que está visiblemente buscando las causas del mal en las enfermedades de los padres.
02:33Después de algunos días, los miembros paralizados recobraron el movimiento.
02:38Pero la inteligencia, el alma, aún el instinto, se habían ido del todo.
02:43Había quedado profundamente idiota, baboso, colgante,
02:47muerto para siempre sobre las rodillas de su madre.
02:50Hijo, mi hijo querido, sollozaba ésta sobre aquella espantosa ruina de su primogénito.
02:57El padre, desolado, acompañó al médico afuera.
03:01A usted se le puede decir, creo que es un caso perdido.
03:06Podrá mejorar, educarse en todo lo que le permita su idiotismo, pero no más allá.
03:11Sí, sí, asentía Mazzini, pero dígame, usted cree que es herencia, que...
03:19En cuanto a la herencia paterna, ya le dije lo que creía cuando vi a su hijo.
03:24Respecto a la madre, hay allí un pulmón que no sopla bien.
03:27No veo nada más, pero hay un soplo un poco rudo.
03:31Hágala examinar detenidamente.
03:33Con el alma destrozada de remordimiento, Mazzini redobló el amor a su hijo,
03:38el pequeño idiota que pagaba los excesos del abuelo.
03:41Tuvo asimismo que consolar, sostener sin tregua a Berta,
03:45herida en lo más profundo por aquel fracaso de su joven maternidad.
03:49Como es natural, el matrimonio puso todo su amor en la esperanza de otro hijo.
03:55Nació éste, y su salud y limpidez de risa reencendieron el porvenir extinguido.
04:01Pero a los 18 meses, las convulsiones del primogénito se repetían,
04:05y al día siguiente el segundo hijo amanecía idiota.
04:09Esta vez los padres cayeron en honda desesperación.
04:12Luego su sangre, su amor estaban malditos.
04:16Su amor sobre todo.
04:1828 años él, 22 ella, y toda su apasionada ternura no alcanzaba a crear un átomo de vida normal.
04:26Ya no pedían más belleza e inteligencia como en el primogénito.
04:31Pero un hijo, un hijo como todos.
04:34Del nuevo desastre brotaron nuevas llamaradas del dolorido amor.
04:38Un loco anhelo de redimir de una vez para siempre la santidad de su ternura.
04:44Sobrevinieron mellizos, y punto por punto repitióse el proceso de los dos mayores.
04:50Más por encima de su inmensa amargura quedaba a Mazzini y Berta,
04:55gran compasión por sus cuatro hijos.
04:57Hubo que arrancar del limbo de la más honda animalidad,
05:01no ya sus almas, sino el instinto mismo, abolido.
05:05No sabían deglutir, cambiar de sitio, ni aún sentarse.
05:10Aprendieron al fin a caminar, pero chocaban contra todo por no darse cuenta de los obstáculos.
05:16Cuando los lavaban mugían hasta inyectarse de sangre el rostro.
05:20Animábanse solo al comer, o cuando veían colores brillantes u oían truenos.
05:27Se reían entonces, echando afuera lengua y ríos de baba, radiantes de frenesí bestial.
05:33Tenían en cambio cierta facultad imitativa, pero no se pudo obtener nada más.
05:39Con los mellizos pareció haber concluido la aterradora descendencia.
05:43Pero pasados tres años desearon de nuevo ardientemente otro hijo,
05:48confiando en que el largo tiempo transcurrido hubiera aplacado a la fatalidad.
05:53No satisfacían sus esperanzas, y en ese ardiente anhelo que se exasperaba en razón de su infructuosidad, se agriaron.
06:02Hasta ese momento cada cual había tomado sobre sí la parte que le correspondía en la miseria de sus hijos.
06:09Pero la desesperanza de redención ante las cuatro bestias que habían nacido de ellos,
06:14echó afuera esa imperiosa necesidad de culpar a los otros,
06:18que es patrimonio específico de los corazones inferiores.
06:22Iniciáronse con el cambio de pronombre.
06:25Tus hijos.
06:27Y como a más del insulto había la insidia, la atmósfera se cargaba.
06:32—Me parece —dijole una noche Mazzini, que acababa de entrar y se lavaba las manos—
06:38que podrías tener más limpios a los muchachos.
06:41Berta continuó leyendo como si no hubiera oído.
06:45—Es la primera vez —repuso al rato— que te veo inquietarte por el estado de tus hijos.
06:51Mazzini volvió un poco la cara a ella con una sonrisa forzada.
06:56—¿De nuestros hijos me parece?
06:59—Bueno, de nuestros hijos.
07:01¿Te gusta así?
07:02Alzó ella los ojos.
07:04Esta vez Mazzini se expresó claramente.
07:08—Creo que no vas a decir que yo tenga la culpa, ¿no?
07:11—Ah, no —se sonrió Berta muy pálida.
07:15—Pero yo tampoco, supongo.
07:17No faltaba más —murmuró.
07:20—¿Qué no faltaba más?
07:22Que si alguien tiene la culpa, no soy yo.
07:25Entiéndelo bien.
07:27Eso es lo que te quería decir.
07:29Su marido la miró un momento con brutal deseo de insultarla.
07:34—Dejemos —articuló, secándose por fin las manos.
07:38—Como quieras.
07:39Pero si quieres decir…
07:41—¡Berta!
07:42—Como quieras.
07:44Este fue el primer choque y le sucedieron otros.
07:47Pero en las inevitables reconciliaciones,
07:50sus almas se unían con doble arrebato y locura por otro hijo.
07:54Nació así una niña.
07:56Vivieron dos años con la angustia a flor de alma,
08:00esperando siempre otro desastre.
08:02Nada acaeció, sin embargo,
08:05y los padres pusieron en ella toda su complacencia,
08:08que la pequeña llevaba a los más extremos límites del mimo y la mala crianza.
08:14Si aún en los últimos tiempos Berta cuidaba siempre de sus hijos,
08:18al nacer Bertita olvidóse casi del todo de los otros.
08:22Su solo recuerdo la horrorizaba,
08:24como algo atroz que la hubieran obligado a cometer.
08:27A Massini, bien que en menor grado, pasábale lo mismo.
08:31No por eso la paz había llegado a sus almas.
08:34La menor indisposición de su hija echaba ahora afuera,
08:37con el terror de perderla,
08:39los rencores de su descendencia podrida.
08:42Habían acumulado y él sobrado tiempo para que el vaso no quedara distendido,
08:47y al menor contacto el veneno se vertía afuera.
08:50Desde el primer disgusto emponzoñado habíanse perdido el respeto.
08:54Y si hay algo a que el hombre se siente arrastrado con cruel fruición es,
08:58cuando ya se comenzó, a humillar del todo a una persona.
09:02Antes se contenían por la mutua falta de éxito.
09:05Ahora que éste había llegado, cada cual, atribuyéndolo a sí mismo,
09:09sentía mayor la infamia de los cuatro engendros que el otro había leforzado a crear.
09:14Con estos sentimientos no hubo ya para los cuatro hijos mayores afecto posible.
09:19La sirvienta los vestía, les daba de comer, los acostaba, con visible brutalidad.
09:25No los lavaban casi nunca.
09:27Pasaban todo el día sentados frente al cerco, abandonados de toda remota caricia.
09:32De este modo Bertitta cumplió cuatro años,
09:35y esa noche, resultado de las golosinas que era a los padres absolutamente imposible negarle,
09:40la criatura tuvo algún escalofrío y fiebre.
09:43Y el temor a verla morir o quedar idiota tornó a reabrir la eterna llaga.
09:48Hacía tres horas que no hablaban, y el motivo fue, como casi siempre, los fuertes pasos de Massini.
09:55—Mi Dios, ¿no puedes caminar más despacio? ¿Cuántas veces...?
10:00—Bueno, es que me olvido. Se acabó. No lo hago a propósito.
10:05Ella se sonrió desdeñosa.
10:07—No, no te creo tanto.
10:09—Ni yo jamás te hubiera creído tanto a ti, tisiquilla.
10:13—¿Qué? ¿Qué dijiste?
10:15—Nada.
10:16—Sí, te oí algo.
10:18—Mira, no sé lo que dijiste, pero te juro que prefiero cualquier cosa a tener un padre como el que has tenido tú.
10:25Massini se puso pálido.
10:27—¡Al fin! murmuró con los dientes apretados.
10:31—¡Al fin, víbora! ¡Has dicho lo que querías!
10:34—¡Sí, víbora, sí!
10:36—Pero yo he tenido padres sanos, ¿oyes? ¡Sanos!
10:40—Mi padre no ha muerto de delirio. Yo hubiera tenido hijos como los de todo el mundo.
10:45—Esos son hijos tuyos, los cuatro tuyos.
10:49Massini explotó a su vez.
10:52—¡Víbora tísica! ¡Eso es lo que te dije, lo que te quiero decir!
10:56—¡Pregúntale, pregúntale al médico quién tiene la mayor culpa de la meningitis de tus hijos!
11:01—¡Mi padre o tu pulmón picado, víbora!
11:04Continuaron cada vez con mayor violencia, hasta que un gemido de Bertita selló instantáneamente sus bocas.
11:10A la una de la mañana la ligera indigestión había desaparecido,
11:14y como pasa fatalmente con todos los matrimonios jóvenes que se han amado intensamente una vez siquiera,
11:20la reconciliación llegó, tanto más efusiva cuanto infames fueran los agravios.
11:25Amaneció un espléndido día, y mientras Berta se levantaba escupió sangre.
11:31Las emociones y mala noche pasada tenían, sin duda, gran culpa.
11:36Massini la retuvo abrazada largo rato, y ella lloró desesperadamente,
11:41pero sin que ninguno se atreviera a decir una palabra.
11:45A las diez decidieron salir, después de almorzar.
11:48Como apenas tenían tiempo, ordenaron a la sirvienta que matara a una gallina.
11:53El día radiante había arrancado a los idiotas de su banco.
11:57De modo que mientras la sirvienta degollaba en la cocina al animal, desangrándolo con parsimonia,
12:03Berta había aprendido de su madre este buen modo de conservar la frescura de la carne.
12:08Creyó sentir algo como respiración tras ella.
12:11Volvióse y vio a los cuatro idiotas, con los hombros pegados uno a otro, mirando estupefactos la operación.
12:18Rojo. Rojo.
12:21—¡Señora, los niños están aquí, en la cocina!
12:24Berta llegó. No quería que jamás pisaran allí.
12:28Y ni aún en esas horas de pleno perdón, olvido y felicidad reconquistada, podía evitarse esa horrible visión.
12:36Porque, naturalmente, cuando más intensos eran los raptos de amor a su marido e hija,
12:41más irritado era su humor con los monstruos.
12:44—¡Que salgan, María! ¡Échelos! ¡Échelos, le digo!
12:48Las cuatro pobres bestias, sacudidas, brutalmente empujadas, fueron a dar a su banco.
12:54Después de almorzar, salieron todos.
12:57La sirvienta fue a Buenos Aires y el matrimonio a pasear por las quintas.
13:01Al bajar el sol volvieron, pero Berta quiso saludar un momento a sus vecinas de enfrente.
13:06Su hija escapóse enseguida a casa.
13:09Entre tanto, los idiotas no se habían movido en todo el día de su banco.
13:13El sol había traspuesto ya el cerco, comenzaba a hundirse,
13:17y ellos continuaban mirando los ladrillos, más inertes que nunca.
13:21De pronto, algo se interpuso entre su mirada y el cerco.
13:25Su hermana, cansada de cinco horas paternales, quería observar por su cuenta.
13:30Detenida al pie del cerco, miraba pensativa la cresta.
13:34Quería trepar, eso no ofrecía duda.
13:37Al fin decidióse por una silla desfondada, pero aún no alcanzaba.
13:42Recurrió entonces a un cajón de querosene,
13:45y su instinto topográfico hizole colocar vertical el mueble, con lo cual triunfó.
13:51Los cuatro idiotas, la mirada indiferente,
13:55vieron cómo su hermana lograba pacientemente dominar el equilibrio
13:59y cómo en puntas de pie apoyaba la garganta sobre la cresta del cerco,
14:04entre sus manos tirantes.
14:06Vieronla mirar a todos lados, y buscar apoyo con el pie para alzarse más.
14:11Pero la mirada de los idiotas se había animado,
14:14una misma luz insistente estaba fija en sus pupilas.
14:18No apartaban los ojos de su hermana,
14:20mientras creciente sensación de gula bestial iba cambiando cada línea de sus rostros.
14:25Lentamente avanzaron hacia el cerco.
14:28La pequeña, que habiendo logrado calzar el pie iba ya a montar ahorcajadas
14:32y a caerse del otro lado, seguramente sintióse cogida de la pierna.
14:37Debajo de ella, los ocho ojos clavados en los suyos le dieron miedo.
14:42—¡Soltame! ¡Déjame! —gritó sacudiendo la pierna, pero fue atraída.
14:48—¡Mamá! ¡Ay, mamá! ¡Mamá, papá! —lloró imperiosamente.
14:53Trató aún de sujetarse del borde, pero sintióse arrancada y cayó.
14:57—¡Mamá, ay! ¡Mamá! —no pudo gritar más.
15:02Uno de ellos le apretó el cuello, apartando los bucles como si fueran plumas,
15:06y los otros la arrastraron de una sola pierna hasta la cocina,
15:09donde esa mañana se había desangrado a la gallina, bien sujeta,
15:13arrancándole la vida segundo por segundo.
15:16Mazzini, en la casa de enfrente, creyó oír la voz de su hija.
15:20—Me parece que te llama —le dijo a Berta.
15:24Prestaron oído, inquietos, pero no oyeron más.
15:27Con todo, un momento después se despidieron,
15:30y mientras Berta iba a dejar su sombrero, Mazzini avanzó en el patio.
15:35—¡Bertita! —nadie respondió.
15:38—¡Bertita! —alzó más la voz, ya alterada.
15:42Y el silencio fue tan fúnebre para su corazón siempre aterrado
15:46que la espalda se le heló de horrible presentimiento.
15:49—¡Mi hija, mi hija! —corrió ya desesperado hacia el fondo.
15:53Pero al pasar frente a la cocina, vio en el piso un mar de sangre,
15:57empujó violentamente la puerta entornada y lanzó un grito de horror.
16:02Berta, que ya se había lanzado corriendo a su vez al oír el angustioso llamado del padre,
16:07oyó el grito y respondió con otro.
16:10Pero al precipitarse en la cocina, Mazzini, lívido como la muerte,
16:14se interpuso conteniéndola.
16:17—¡No entres, no entres!
16:19Berta alcanzó a ver el piso inundado de sangre.
16:22Sólo pudo echar sus brazos sobre la cabeza y hundirse a lo largo de él con un ronco suspiro.

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