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00:00La palabra para Sara, la palabra joven que nos llegó del latín juvenis, los primeros
00:08castellanos convirtieron la e inicial en jota, se cargaron la terminación y la cosa quedó
00:13en joven. La palabra no tiene más misterio, pero es muy interesante la evolución del
00:17concepto porque los primeros académicos hace 300 años concretaron en exceso los límites
00:22de la juventud entre los 14 y los 21 años, ya Sara casi no estaría. Hoy nos parece una
00:27extravagancia, pero claro, en el siglo XVIII la esperanza de vida rondaba los 28 años,
00:33de la juventud se pasaba la madurez, el estado de la perfección, de la prudencia, del juicio,
00:38de la discreción, según la definición académica que, por la vía del antónimo, no dejaba
00:43muy bien a los jóvenes contemporáneos. En 1803, quizás porque la esperanza de vida
00:48aumentó o por la propuesta de algún académico presumido, se reformuló la definición y quedó
00:53en el periodo vital que media entre la niñez y la edad viril. Como en aquella academia no había
00:59ninguna mujer y fuera de ella la inmensa mayoría, como los hombres, no sabía leer, nadie fue
01:03consciente del contradios que suponía lo de la edad viril, siendo viril lo que es propio del
01:08hombre, y las mujeres quedaban en el limbo. No sabemos si la llegada de Carmen Conde a la RAE
01:14tuvo algo que ver, pero ella ingresó en el año 1979 y en la siguiente edición, 1984, estableció
01:21un periodo más inclusivo, desde la pubertad a la edad adulta. Hoy los problemas para definir la
01:27juventud son otros, dependen de las circunstancias personales de cada uno. Hemos creado neologismos
01:34como adultescente o viejoven, por ejemplo, y cada vez que palma a alguien de nuestra edad, por mayores
01:40que seamos, decimos que ha muerto demasiado joven. Es una condición de la que sólo pueden presumir
01:46hoy cerca de 2.000 españoles que llevan joven en uno de sus dos apellidos y 11 españoles
01:51privilegiados que morirán a cualquier edad, pero siendo de verdad joven, joven.

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