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00:00La palabra fractura que no nos llegó de Estados Unidos, nos llegó del latín con las mismas
00:08letras y con el mismo significado que tenía en la antigua Roma. Fracturar es, según la
00:12actual definición académica, romper o quebrantar con violencia algo. Alguna vez hemos recordado
00:18que cuando lo que se quiebra es algo material, hablamos de rotura, y cuando es algo inmaterial,
00:23una relación o una amistad, por ejemplo, hablamos de ruptura. Desde Estados Unidos
00:28nos llegó, sin embargo, hace un siglo, un sinónimo para una fractura muy concreta,
00:32la financiera, el crack. Este neologismo onomatopéyico, que nombró la quiebra comercial
00:38y financiera antes que una drogadura o una persona destacada en su ámbito, se popularizó tras el
00:43crack del 29, aunque en 1927 ya lo había recogido la Real Academia Española como barbarismo en uno
00:51de sus diccionarios, sin la K final, eso sí. La palabra fractura tiene en castellano una de
00:57apariencia familiar, que es factura, pero que nada tiene que ver con ella, porque mientras la
01:02fractura destroza, la factura nos lleva al verbo latino facere, que es hacer, crear, y con ella
01:08nombramos hoy el resultado, el modo en que está hecho algo, o lo que se cobra, por lo hecho. Es
01:14verdad que aunque las palabras no están conectadas, algunas fracturas pueden pasar factura, es decir,
01:20traer malas consecuencias, según el diccionario, y seguramente la fractura de lo que hoy hemos
01:26hablado con Cristina Olea pase factura en el futuro, y no sólo en Estados Unidos.