Hay que reconocer que tiene guasa.
Sánchez y su cuadrilla, integrada por proterroristas, malversadores, sediciosos, macarras y camorristas, se ponen histéricos y demandan judicialmente tanto a los que les echan a cara su condición de gentuza de la peor ralea, como a quienes protestan cívicamente ante sus sedes.
A estas alturas y tras asaltar la Fiscalía y el Tribunal Constitucional, esa camada siniestra concibe las querellas como una orden a jueces y tribunales.
En España y merced a la enfermiza ambición de Sánchez y a su necesidad de pillar votos, manda ahora una banda donde están los adoradores del brazo corrupto de ETA, los xenófobos nostálgicos de Terra Lliure y una pestilente retahíla de bolivarianos, sectarios, peseteros y atolondrados.
Con un plan.
El mismo día en que el presidente de la Coalición Frankenstein, se retrataba al lado del fugado Puigdemont, en el Parlamento europeo, su partido entregaba Pamplona a Bildu.
No sé si la estrategia de los propagandistas de La Moncloa va a enfocada a hacer que la ciudadanía olvide la infamia anterior, perpetrando cada día una nueva, pero coincidirán conmigo que es esto de embarrar el campo de mierda, el jefe del PSOE no tiene rival.
Lo de entregar la ciudad de Pamplona a los herederos de ETA, que dejó en Navarra 42 muertos, es de nota.
Y por varias razones.
Una, es que se perpetra con los votos de un Partido Socialista que, no hace tanto, lloró con rabia sobre los cadáveres de doce de los suyos, acribillados por los ídolos del sujeto al que entregan la ciudad.
Otra es que lo del alcalde no es una excepción, una anomalía temporal o un hecho aislado.
Forma parte de lo que se conoce como ‘Pacto Encapuchado’, que incluye la amnistía encubierta de los pocos terroristas vascos que todavía quedan en prisión.
De momento y como aperitivo, el PSOE ha comprado ya el ‘relato’ de los proetarras, que obligará al sufrido contribuyente español a indemnizar a los matarifes, con la peregrina tesis de que sufrieron mucho a manos de la Guardia Civil y de la Policía española.
Ahora resulta que quienes sembraron de sangre inocente las calles del País Vasco y Navarra son las ‘víctimas’ y quienes hicieron frente al monstruo etarra y arriesgaron su vida en el empeño de acabar con el horror, entran en la categoría de ‘verdugos’.
¡Que vergüenza de país!
Sánchez y su cuadrilla, integrada por proterroristas, malversadores, sediciosos, macarras y camorristas, se ponen histéricos y demandan judicialmente tanto a los que les echan a cara su condición de gentuza de la peor ralea, como a quienes protestan cívicamente ante sus sedes.
A estas alturas y tras asaltar la Fiscalía y el Tribunal Constitucional, esa camada siniestra concibe las querellas como una orden a jueces y tribunales.
En España y merced a la enfermiza ambición de Sánchez y a su necesidad de pillar votos, manda ahora una banda donde están los adoradores del brazo corrupto de ETA, los xenófobos nostálgicos de Terra Lliure y una pestilente retahíla de bolivarianos, sectarios, peseteros y atolondrados.
Con un plan.
El mismo día en que el presidente de la Coalición Frankenstein, se retrataba al lado del fugado Puigdemont, en el Parlamento europeo, su partido entregaba Pamplona a Bildu.
No sé si la estrategia de los propagandistas de La Moncloa va a enfocada a hacer que la ciudadanía olvide la infamia anterior, perpetrando cada día una nueva, pero coincidirán conmigo que es esto de embarrar el campo de mierda, el jefe del PSOE no tiene rival.
Lo de entregar la ciudad de Pamplona a los herederos de ETA, que dejó en Navarra 42 muertos, es de nota.
Y por varias razones.
Una, es que se perpetra con los votos de un Partido Socialista que, no hace tanto, lloró con rabia sobre los cadáveres de doce de los suyos, acribillados por los ídolos del sujeto al que entregan la ciudad.
Otra es que lo del alcalde no es una excepción, una anomalía temporal o un hecho aislado.
Forma parte de lo que se conoce como ‘Pacto Encapuchado’, que incluye la amnistía encubierta de los pocos terroristas vascos que todavía quedan en prisión.
De momento y como aperitivo, el PSOE ha comprado ya el ‘relato’ de los proetarras, que obligará al sufrido contribuyente español a indemnizar a los matarifes, con la peregrina tesis de que sufrieron mucho a manos de la Guardia Civil y de la Policía española.
Ahora resulta que quienes sembraron de sangre inocente las calles del País Vasco y Navarra son las ‘víctimas’ y quienes hicieron frente al monstruo etarra y arriesgaron su vida en el empeño de acabar con el horror, entran en la categoría de ‘verdugos’.
¡Que vergüenza de país!
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