Alfonso Rojo: “¡Un cordón policial desproporcionado para tapar a Begoña y Sánchez que han robado!”
Lo más encomiable, el animo del puñado de ciudadanos con banderas españolas y carteles de la pareja ‘presidencial’, que coreaba inasequible al desaliento eso de "Begoña, ya basta, ¿qué has hecho con la pasta?" y “¡Un cordón policial desproporcionado, para tapar a Begoña y Sánchez que han robado!”.
Lo más bochornoso, el impresionante despliegue de antidisturbios, la ocupación física de los Juzgados de Plaza de Castilla, trufada de agentes de policía, y los privilegios de que ha gozado la paisana.
Otra vez, como hace dos semanas, la esposa de Sánchez ha llegado en coche oficial con los cristales tintados y ha entrado por el garaje. A diferencia del otro día, ha acudido de luto riguroso y de negro de pies a cabeza.
Y como se suponía, se ha negado a declarar.
Sabíamos que no iba a abrir la boca, para no meter la pata.
Y sabíamos también, porque hasta lo anunció la decana presionada por Presidencia y por las ovinas asociaciones de Prensa, que iban a incrementar dramáticamente la seguridad y la vigilancia, para impedir que la fotografiáramos camino del banquillo o sentada en el.
Y a pesar de eso y a diferencia del tropel de periodistas-masajistas, que aceptó mansamente ser encerrado otra vez en un corralito a 50 metros del inmueble y bajo un sol canicular, colamos a dos reporteros en lo Juzgados.
Mientras Bertrand Ndongo entrevistaba gente por la zona y Eurico Campano transmitía en directo desde la calle, Josué Cárdenas y Paul Monzón se infiltraban hasta la sexta planta, donde tiene su sala el juez Peinado.
Allí lo tuvieron complicado, porque había tanto ‘secreta’, tanto CNI y tanto ‘securata’, que sólo veían espaldas, traseros y barreras, pero intentar lo hemos intentado.
Dentro y fuera, donde al socaire del ‘dispositivo de seguridad’, los de la UIP no dejaban a la gente ni respirar.
Les tengo que confesar que a mi ni me pidieron la documentación, pero fui testigo y de cerca de la momentánea detención e ‘identificación’ de un par de señores de avanzada edad y de alguna chica, cuyo ‘delito’ fue gritar muy alto o cruzar varias veces por la ‘zona’.
La ‘zona’, para que no haya confusiones, es la acera que hay frente a la puerta de los Juzgados.
Como dice el viejo refrán agropecuario, mucho arroz para tampoco pollo.
Lo más bochornoso, el impresionante despliegue de antidisturbios, la ocupación física de los Juzgados de Plaza de Castilla, trufada de agentes de policía, y los privilegios de que ha gozado la paisana.
Otra vez, como hace dos semanas, la esposa de Sánchez ha llegado en coche oficial con los cristales tintados y ha entrado por el garaje. A diferencia del otro día, ha acudido de luto riguroso y de negro de pies a cabeza.
Y como se suponía, se ha negado a declarar.
Sabíamos que no iba a abrir la boca, para no meter la pata.
Y sabíamos también, porque hasta lo anunció la decana presionada por Presidencia y por las ovinas asociaciones de Prensa, que iban a incrementar dramáticamente la seguridad y la vigilancia, para impedir que la fotografiáramos camino del banquillo o sentada en el.
Y a pesar de eso y a diferencia del tropel de periodistas-masajistas, que aceptó mansamente ser encerrado otra vez en un corralito a 50 metros del inmueble y bajo un sol canicular, colamos a dos reporteros en lo Juzgados.
Mientras Bertrand Ndongo entrevistaba gente por la zona y Eurico Campano transmitía en directo desde la calle, Josué Cárdenas y Paul Monzón se infiltraban hasta la sexta planta, donde tiene su sala el juez Peinado.
Allí lo tuvieron complicado, porque había tanto ‘secreta’, tanto CNI y tanto ‘securata’, que sólo veían espaldas, traseros y barreras, pero intentar lo hemos intentado.
Dentro y fuera, donde al socaire del ‘dispositivo de seguridad’, los de la UIP no dejaban a la gente ni respirar.
Les tengo que confesar que a mi ni me pidieron la documentación, pero fui testigo y de cerca de la momentánea detención e ‘identificación’ de un par de señores de avanzada edad y de alguna chica, cuyo ‘delito’ fue gritar muy alto o cruzar varias veces por la ‘zona’.
La ‘zona’, para que no haya confusiones, es la acera que hay frente a la puerta de los Juzgados.
Como dice el viejo refrán agropecuario, mucho arroz para tampoco pollo.