• hace 2 meses
Julio Albalad es el director del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado, dependiente del Ministerio de Educación. Por tanto, el principal responsable de la transformación digital que están sufriendo o disfrutando (ahí está el debate) los centros educativos en nuestro país y en todo el mundo, o casi.

Teníamos verdadera curiosidad por recibir a Albalad porque es un tecnólogo, digámoslo así, atípico. En primer lugar, porque no es tecnólogo sino profesor de Historia, «aunque –confiesa– siempre me han gustado los cacharros».

En segundo lugar, porque no oculta su crítica al abuso que los jóvenes hacen del móvil y de la redes sociales. Crítica que se lleva a casa porque, también nos confiesa, sus hijos de 7 y 9 años tardarán un buen tiempo en disponer de móvil y de acceso a las redes. Y que se aplica a sí mismo porque reconoce no tener redes sociales (lo confirmamos: ni siquiera LinkedIn): «Así tengo más tiempo para leer». Y como hay para todos, tampoco oculta su crítica a la industria por el solo hecho de que sus beneficios crecen en la medida en que consiguen que nuestros hijos/alumnos pasan más tiempo enganchados.

En tercer lugar, porque tiene una visión moderadamente crítica de esa absolutización del enfoque competencial de la enseñanza. «Mi objetivo no es que los alumnos consigan un empleo, ni siquiera formar trabajadores», dice. Y ahí es donde aparece ese profesor de Historia que fue, preocupado por la formación humanística de sus alumnos, por el pensamiento crítico que les ayude a interpretar el mundo…

Y en cuarto lugar, porque tampoco se entusiasma fácilmente con los cantos de sirena de las metodologías activas que frecuentemente acompañan a los procesos de digitalización. Es consciente de que pueden ayudar a la motivación en algunos casos, pero reconoce que el proceso enseñanza aprendizaje no puede estar sustentado en la motivación del alumno, sino que hay que exigirle esfuerzo y responsabilidad. Así es Julio Albalad, sentido común en estado puro o, lo que es lo mismo, muchas horas de aula a sus espaldas.

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