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Despertarse de forma natural suele ser más reconfortante que despertarse con una alarma.

Esto se debe a que los despertares naturales suelen coincidir con el final de un ciclo de sueño, el ritmo natural del cuerpo que alterna el sueño no REM y el sueño REM.

El sueño no REM incluye fases profundas y reparadoras, mientras que el sueño REM, en el que se producen los sueños, es más ligero.

Estos ciclos se repiten cada 90 minutos, y despertarse de forma natural permite "bajarse del tren" en una parada natural, con lo que uno se siente más alerta.

Sin embargo, las alarmas pueden interrumpir bruscamente las fases profundas del sueño, provocando aturdimiento y confusión.

Esta interrupción es similar a verse obligado a bajarse de un tren a mitad de viaje, lo que explica por qué es más difícil sentirse con energía después.

El reloj interno del cerebro, o ritmo circadiano, desempeña un papel vital en este proceso.

Acostarse y levantarse a horas constantes ayuda a sincronizar este reloj, favoreciendo los despertares naturales.

Evitar la cafeína a última hora del día, limitar la exposición a la luz nocturna y disfrutar de la luz natural de la mañana puede alinear aún más estos ritmos.

Una rutina de sueño saludable no sólo facilita el despertar, sino que también mejora el estado de ánimo, el aprendizaje y la salud en general.

Dar prioridad a un sueño constante y suficiente permite al cuerpo despertar renovado, sin necesidad de alarma.
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