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00:00La Palabra del Día, con Isaías Lafuente.
00:04Pues mira Marta, hubo un tiempo paradójico en el que una niña española
00:08a la que le gustase la ciencia, podía encontrar su oficio soñado en el
00:12diccionario, aunque tenía cerradas todas las puertas para serlo en aquella
00:16sociedad, porque el femenino científica se registró ya en el primer diccionario
00:20de autoridades, hace tres siglos, e investigadora, entró en el año 1803, pero
00:26fue un espejismo. Las médicas fueron la mujer del médico durante tres décadas,
00:30hasta que en 1899 ya fueron mujeres que ejercían la medicina, y éste, junto al
00:37de enfermera, fue un femenino pionero, si revisamos la historia posterior. Físicas
00:42y químicas tuvieron que esperar, para ver su oficio nombrado en femenino en el
00:47diccionario, a 1984, y aunque María Dolores Martínez se licenció en farmacia
00:53en 1893, Pilar Careaga fue ingeniero industrial en 1929, y Matilde Ucelay
01:00logró su título de arquitectura en 1936, quienes siguieron sus pasos, tuvieron que
01:05aguardar hasta 1984, como las físicas y las químicas, para encontrar sus
01:11profesiones en femenino en el diccionario, y en sus títulos académicos. Y las
01:16biólogas tuvieron que aguardar hasta 1992, cuando la pionera Ángeles Alvariño
01:21se había licenciado medio siglo antes, pero aquella RAE solo de hombres, o no
01:27las veía, o sencillamente las ignoraba. Seguramente Carmen Conde, la primera
01:31académica de la Real Academia Española, tuvo algo que ver en airear el diccionario,
01:36y son curiosos estos retrasos, porque mira, la palabra astronauta, por ejemplo,
01:41ya entró, como palabra común en cuanto al género, en 1970, cuando Pedro Duque,
01:47estaba todavía estudiando EGB, y los padres de Sara García, que aspira en la
01:52reserva a ser la primera mujer astronauta española, pues ni se habían conocido.

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