Lo primero, antes de entrar en materia y para que no haya malentendidos o sospechas, voy a hacer una confesión.
En realidad es una declaración de bienes. Parcial, pero relevante.
Yo, como Alfonso Rojo; en realidad como padre de la familia con ese apellido porque la familia es para nosotros unidad fundamental, poseo tres vehículos de motor: un primoroso Mercedes descapotable con 26 años de antigüedad, que no tiene ni etiqueta ecológica y no puede ni aparcar en Madrid, un pequeño coche eléctrico que es una delicia y una moto de vanguardia, también eléctrica.
En casa, en el garaje, hay un cargador y la verdad es que estoy encantado con el montaje, aunque decidido a conservar mi viejo Mercedes hasta que me vaya al Valle de Josafat a rendir cuentas ante el Altísimo.
Con ese panorama, imaginarán ustedes el susto que me lleve el otro día escuchando a Feijóo proponer la retirada de las carreteras de los vehículos con más de diez años.
España tiene uno de los parques automovilísticos más viejos de Europa, tendencia que se ha acentuado en la última década por la crisis económica.
Dos de cada tres coches, de los que se ven por las calles y carreteras, llevan más de una década circulando.
Entiendo que Feijóo, en su afán por agradar a los asistentes al Congreso anual de la Asociación Nacional de Vendedor de Vehículos, que era a quienes se dirigía, no se dio cuenta de la insensatez que supone proponer el desguace de la mitad de los coches españoles.
Quizá, ni siquiera quisiera decir lo que dijo, porque la inmensa mayoría de sus votantes conduce coches bastante machacados y además sería una medida imposible de aplicar.
Vale; se limitó a leer lo que le habían escrito y se equivocó.
Pero ahora viene la pregunta del millón: ¿nadie en el PP se dio cuenta de la barbaridad que habían incluido en el discurso de su presidente?
¿Nadie revisó el texto? ¿No saltó una alarma?
El PP, el principal partido de la oposición y muy probablemente el próximo que gobierne España, es una organización enorme, con ingentes recursos, múltiples equipos y centenares de expertos.
¿Y nadie fue capaz de alertar a Feijóo de que iba a soltar una chorrada descomunal?
Génova 13, tenemos un problema…
En realidad es una declaración de bienes. Parcial, pero relevante.
Yo, como Alfonso Rojo; en realidad como padre de la familia con ese apellido porque la familia es para nosotros unidad fundamental, poseo tres vehículos de motor: un primoroso Mercedes descapotable con 26 años de antigüedad, que no tiene ni etiqueta ecológica y no puede ni aparcar en Madrid, un pequeño coche eléctrico que es una delicia y una moto de vanguardia, también eléctrica.
En casa, en el garaje, hay un cargador y la verdad es que estoy encantado con el montaje, aunque decidido a conservar mi viejo Mercedes hasta que me vaya al Valle de Josafat a rendir cuentas ante el Altísimo.
Con ese panorama, imaginarán ustedes el susto que me lleve el otro día escuchando a Feijóo proponer la retirada de las carreteras de los vehículos con más de diez años.
España tiene uno de los parques automovilísticos más viejos de Europa, tendencia que se ha acentuado en la última década por la crisis económica.
Dos de cada tres coches, de los que se ven por las calles y carreteras, llevan más de una década circulando.
Entiendo que Feijóo, en su afán por agradar a los asistentes al Congreso anual de la Asociación Nacional de Vendedor de Vehículos, que era a quienes se dirigía, no se dio cuenta de la insensatez que supone proponer el desguace de la mitad de los coches españoles.
Quizá, ni siquiera quisiera decir lo que dijo, porque la inmensa mayoría de sus votantes conduce coches bastante machacados y además sería una medida imposible de aplicar.
Vale; se limitó a leer lo que le habían escrito y se equivocó.
Pero ahora viene la pregunta del millón: ¿nadie en el PP se dio cuenta de la barbaridad que habían incluido en el discurso de su presidente?
¿Nadie revisó el texto? ¿No saltó una alarma?
El PP, el principal partido de la oposición y muy probablemente el próximo que gobierne España, es una organización enorme, con ingentes recursos, múltiples equipos y centenares de expertos.
¿Y nadie fue capaz de alertar a Feijóo de que iba a soltar una chorrada descomunal?
Génova 13, tenemos un problema…
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