• hace 6 meses
El Periodismo se parece bastante al boxeo, pero con el hándicap de que en este maravilloso oficio no está permitido tirar la toalla.
No es digno, ni honorable y ni siquiera decente rendirse, por duro que sacudan desde el poder o por muy desiguales que sean las fuerzas.
Los periodistas somos portadores de un derecho ajeno; el de los ciudadanos a estar informados, a saber con detalle -entre otras muchas cosas- lo que hacen sus gobernantes.
Y no sería de recibo que por miedo o interés renunciaremos a esa sagrada obligación.
Subrayo esto, porque se intensifica la campaña contra nosotros del Gobierno Sánchez y sus compinches.
A principios de este año, el PSOE exigió a las asociaciones de prensa que apoyasen su solicitud para que Congreso, Senado y parlamentos autonómicos nos retirasen las acreditaciones y se nos impidiera ejercer la profesión.
María Rey, presidenta de la APM, a quien fui a ver con la esperanza de emitiera un tajante comunicado defendiendo la libertad, me confirmó que estaban recibiendo constantes presiones oficiales.
No prosperó la maniobra censora de Patxi López y sus sicarios.
La APM nos se plegó aunque tampoco dio la cara por nosotros y lo entiendo, como comprendo aunque me repugne que Iñaki Gabilondo, Silvia Intxaurrondo, Rosa María Artal, Maruja Torres, Antón Losada, Rosa Villacastín y un centenar de bienpagados miembros de la ‘Brunete Pedrete’ firmaran hace un mes un manifiesto a favor de la censura y contra los medios que estamos revelando las inmundicias del ‘Begoñagate’.
Digo que lo entiendo, porque llevo en esto del Periodismo más de medio siglo y se lo acuciante que es para los cobardones sentirse aceptado por quienes mandan y parte del rebaño.
Hace cinco años que Sánchez, sus ministros, sus socios y compadres ordenaron a la agencias que canalizan los cientos de millones de la publicidad oficial borrar de sus listados a Periodista Digital y a otros medios no adictos al régimen. Se come mejor en manada.
Hace cinco años que -sistemáticamente-, los del PSOE, Sumar, Podemos, Compromis o ERC, al igual que hacen los portavoces de proetarras vascos y golpistas catalanes, nos niegan la palabra y rehusan contestar a nuestras preguntas.
Imagino que otro gallo nos cantaría si Josué Cárdenas o Bertrand Ndongo, en lugar de inquirir por los crímenes de ETA, los apaños de Begoña o las contradicciones de Rufián, preguntaran con cara de pánfilos a Óscar Puente por sus gustos musicales y el concierto de Taylor Swift, justo cuando se iba a aprobar en el Congreso la ilegal amnistía a Puigdemont, como hizo este jueves María Llapart de LaSexta.
Pero no. Nosotros somos periodistas y no masajistas.
Casi a la misma hora en que la tal Llapart, sustituta ocasional de García Ferreras, daba un lametón a Puente, la secretaria general de Podemos, la inefable Ione Belarra, remitía una carta a la socialista Armengol, para que impida el paso a la Cámara, a partir de ahora, a nuestro reportero Bertrand Ndongo.
Y el motivo, lo que alegan estos zarrapastrosos

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